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nes tan entrañablemente amaba? El verano traería la celebración de un nuevo Capítulo Provincial, y entonces sólo Dios sabía... En los días del lío con «La Buena Sociedad», ciertas personas influyentes o «de cuartos» repitieron sus visitas al convento. Iban a informar, según decían, del ambiente de disgusto que había en la ciudad la ciudad eran ellos y sus amigos - contra los de «Avanzadilla» y su director... Presentaban las cosas a su manera, asegurando que con todo aquello, los religiosos, tan estimados desde siempre en León, estaban perdiendo mucho... ; que el disgusto se tra– duciría muy fácilmente en merma de bienhechores y dis– minución de ayudas o limosnas... Llegaron a insinuar la conveniencia de que el P. Fidel fuera trasladado de con– vento... El se encontraba bien ajeno a todas esas cosas; mas pensando en el próximo Capítulo, era natural que se pre– guntase alguna vez por lo que podría ocurrir antes de que el fruto de las viñas madurara. Pero aún se estaba en abril, el mes de tantas prome– sas primaverales. Recordaba bien aquello de los círculos de hacía dos años: «La vida joven se cuenta por abri– les»... Si llegaba su despedida, no sería probablemente en primavera, como la de Francisco Campo, con afanosas golondrinas en el aire y los árboles estremecidos del chi– rriar de los gorriones. 550

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