BCCCAP00000000000000000000393
- Las tiene, y maravillosas. Sin embargo, por encon– trarnos en lugar de destierro, en tiempo de prueba, abun– dan más de lo que uno pensaba las amarguras o decep– ciones. »El joven ministro de Cristo que empieza su m1ms– terio lleno de afanes apostólicos, cae fácilmente en la ten– tación de soñar o abarcar demasiado : se cree capaz de todo, capaz de conquistar espiritualmente el mundo, casi inclinado a pensar que sus antecesores, o no tenían ganas de trabajar, o no sabían hacer las cosas... ¿No te fijaste en una escena de «Qué verde era mi valle»? Por casuali– dad, y en una sesión privada, he visto recientemente esa película. Recuerda: el joven «Pastor» sale al campo, de paseo con el niño, y deteniéndose en medio de bellísimo paisaje, empieza a evocar su no lejano pasado con un no sé qué de conmovida tristeza: «Cuando yo era todavía un muchacho, amiguito mío, nada me parecía imposible; to– do lo encontraba bello y todo a mi alcance. Me sentía ca– paz de conquistar el mundo para el bien y la justicia... ¿Quién podría resistir a la fuerza de mi verdad?... Ahora - añadió sonriendo tristemente -, ahora... las cosas han cambiado mucho para mí...». »Ahora, ahora - te digo yo también, amigo mío - yo no puedo mirar ya las cosas tan ilusionadamente como hace aún bien poco. Yo he soñado mucho. «Cuando yo era todavía un muchacho, pensaba que... » Ya no sueño tanto. Ahora sé que los hombres difícilmente vuelan; cada uno tiene sus pequeños intereses y sus propias cosas para en– tretenerse en la vida, y sólo los mejores conceden una parte de su atención y de su tiempo a los afanes del após– tol... Nosotros pensamos quizá demasiado en estas y las otras almas; ellas piensan un poco menos en nosotros y en nuestros proyectos... Pero tiene que ser así. Y aunque nos decepcione, no tenernos derecho a desanimarnos. De– bemos mirar a Dios, y trabajar, aun sabiendo que no va– mos a lograr extraordinarios resultados. Te digo esto por– que, eliminadas por la dura experiencia las excesivas ilu– siones del joven apóstol, fácilmente empieza a rondarle otra tentación: la del desaliento. Del creerlo todo posible se pasa fácilmente al pensar que todo es inútil y que no se consigue de verdad nada. Aquí, como en tantas otras cosas, la virtud está en el justo medio. 546
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz