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asegurar que en las fiestas de «La Buena Sociedad" no había nada que las hiciera comJparaltlle:s a fiestas de es- clavas ni a nada se les pareciese»... »Interesa especialmente - escribía el señor Coronel - la especie injuriosa de comparar a los que allí asisten con los chalanes o tratantes que andan por las ferias. Ellos son caballeros con títulos académi– cos o sociales que así les dan derecho a ser considerados como tales... » Después de señalar otros puntos, el señor Garra Pe– ñuela concluía su carta (que por cierto no era un modelo de buena redacción): «La rectificación debe ser publicada en ambos periódicos locales, a falta de donde se produjo la tan inaudita como injustificada agresión con– tra nuestra Sociedad». El P. Fidel, dirigiéndose al mismo destinatario de la carta anterior, contestó así: "Sr. D. José María Pérez del Castillo. »Mi querido amigo y camarada: Paz y bien. »Ayer por la noche recibí la carta que te dirigieron quienes están al frente de «La Buena Sociedad». Aquí tie– nes mi contestación. Te la envío a ti, porque ellos, al pa– recer, nada quieren directamente conmigo. »Se invoca al principio de su carta «mi buena dispo– sición... » Se conoce que antes dudaban de que mis dispo– siciones fueran buenas, duda sin fundamento, pues creo que suficientes pruebas hemos dado en los doce meses de «Avanzadilla» de haber sido movidos en todo única– mente por el afán apasionado de gritar la verdad o de– nunciar inmoralidades, nunca por resentimientos o mala disposición de ánimo. Aún ahora, cuanto tantas barbari– dades se han dicho de mí y de mis jóvenes colaboradores, estamos muy lejos de sentir animosidad contra nadie; con toda verdad podemos repetir las hermosas palabras de nuestra Oración de los caídos: «Ni ellos ni nosotros hemos conseguido nunca entristecernos de rencor u odiar al enemigo, y Tú sabes, Señor... » Tenemos ideales dema– siado altos para solazarnos con discordias de vecindad. »Dicen también en su carta que van a ser benignos en atención a la colectividad a que pertenezco y a los hábitos que visto, «de ningún modo en atención a mi per– sona». Yo siempre había pensado que lo que de verdad 533

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