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ta arrancarle, corno fuese, la orden de supresión de «Avan– zadilla». Mientras todas estas cosas se maquinaban, el P. Fidel, y no por voluntad propia, estaba ausente del campo de lucha. Por disposición de su P. Superior tenía aquel año la predicación de la Semana Santa en la famosa e histó– rica villa de Sahagún; y para allá había salido en la tarde del Lunes Santo. Cuando desde la ventanilla del tren iba contemplando la serenidad de los campos y de los cielos, no podía sospe– char la magnitud de la tormenta que se fraguaba contra su periódico juvenil de combate. Pero algún ligero sobrt:– salto sí tenía. En la mañana de aquel lunes un buen ami– go le había comunicado que se notaba mucho revuelo en ciertos ambientes por causa del artículo de marras; otro le había dicho que en la tarde anterior, cuando la magna procesión terciaria del «Dainos» (Jesús Nazareno) pasaba cerca del domicilio de «La Buena Sociedad», cierto mili– tar, ex legionario y exaltado, había querido «echarse a la calle», para armar un escándalo contra aquella manifes– tación religiosa de los de «Avanzadilla», y gracias a que otros socios más sensatos le habían contenido... ; y una joven terciaria, cuyos padres tenían casa de huéspedes en buena calle céntrica, le había llamado por teléfono, bas– tante asustada, para informarle de que dos oficiales jó– venes, amigos suyos, habían oído aquella mañana al Co– ronel, refiriéndose «a cierto artículo de un periódico» que ellos desconocían: « El desvergonzado ataque de ese pe– riódico infame no quedará impune. Habrán de darme sa– tisfacción ante los tribunales o donde sea,,. El P. Fidcl tranquilizó a todos sus comunicantes; y luego se tranquilizó a sí mismo: Todo esto será como un fogonazo en noche serena: ruido y llama por un momento; después, el apagón... y seguir las cosas como están. ¿Qué podrían hacer? ;,Entablar proceso? El respondería por to– dos. Mas no llegarían a tanto, pues fácilmente saldrían a la luz bastantes trapos sucios. Apenas llegado a Sahagún, le avisan de Teléfonos que tiene una conferencia de León... - ¿Quién es? - José María, el Delegado Provincial de Educación Popular. 527