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silenciosa de María, y estamos decididos a dos cosas: a ser primeramente buenos nosotros mismos, para tenerla siempre contenta, y a esforzarnos también por que lo sean otros muchos, a la sazón errantes y que hacen todo lo con– trario de lo que Ella quiere. »Esta es la razón de que saliera hace un año, manteniéndose en la calle, nuestro periódico lla»... »Nuestra venida de hoy a estas alturas ha tenido un doble objeto: dar a la Madre por su protección, bien sentida en horas difíciles, e implorar nuevas bendicio– nes para las tareas que nos aguardan. »¡ Estas banderas juveniles de combate ya se han ren– dido a los pies de nuestra Reina!... Ahora bien podemos descender otra vez con ellas al campo de batalla... »Desde estas alturas la «Reina y Madre del pueblo leonés» puede contemplar, hasta materialmente, las tres características porciones de nuestra tierra: la montaña, el la ribera. Pues bien: nosotros en esta hora, »miremos a las montañas que nos gritan en despedida: «Como nosotras, apuntad siernpre hacia la altura; sed pu– ros como nuestro aire, blancos como nuestra nieve»; »miremos al páramo, que nos dice: «Sed fuertes y aus– teros como estas mis tierras pardas, que resisten año tras año, tan humildes como incansables, todos los riesgos del sol y del viento»; »miremos a la ribera, que nos exhorta generosamente: «Como estos campos míos, feraces y bien cultivados, ha– béis de producir espléndidas cosechas de apostolado, para alegría de la Iglesia y remedio de quienes están en la peor de las necesidades: la del espíritu» ... La jornada-aniversario de «Avanzadilla» resultó inolvi– dable. ¿Quién hubiera podido sospechar aquel día que po– cas semanas más tarde la prensa de León publicaría una orden del Gobernador Civil decretando la muerte del in– trépido periódico juvenil de combate? 521

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