BCCCAP00000000000000000000393
El P. Fidel contestó a aquella larga carta lo más dete– nidamente que pudo; y, como había hecho siempre, bien por carta, bien de viva voz, fue diciéndole a Carmen lo que él creía era la verdad: unas u otras de «aquellas co– sas» que Carmen no soportaría fácilmente viniendo de otro, pero que en el P. Fidel llegaban a parecerle incluso amables." Y era que el P. Fidel se las decía serenamente, razonando; con cariño, además; con un cariño tan hondo en el sentimiento cuanto sobrio en la expresión. Varias veces aparecían en la carta expresiones como éstas: «Carmen: en esto no tienes razón». O bien: «Car– men: siento decirte que no estoy plenamente de acuerdo contigo en lo que escribes sobre... » Las cartas de la mu– chacha, en conjunto, !e gustaban no poco al P. Fidel, por su ingenio, por su personalidad, por su franca y espontá– nea rudeza. En la contestación a su última, el P. Fidel ponía re– paros, por ejemplo, a la teoría de la muchacha sobre ca– sarse por enamoramiento y casarse por cariño... Le hacía también ciertas observaciones sobre su tan proclamado amor a la verdad, y su pronta valentía o decisión para abrazarla, una vez conocida, con todas las consecuencias; aquí insistía particularmente en la necesidad de ser has– ta cierto punto humilde de corazón y de mente, para lle– gar a Dios, quien «se resiste a los soberbios»... Finalmente, se detenía lo necesario a invalidar, con pocas pero agudas reilexiones, las consecuencias sacadas por la muchacha de su lectura de Las ruinas de Palmira. Terminaba así: «Me extraña, Carmen, que hayas encontrado casi tus delicias en una obra tan de veras «anticuada» como esa de Volney. Tan anticuada, y ya sin prestigio en los mejo– res ambientes intelectuales. Te ha deslumbrado el brillo que a veces saben poner en sus obras ciertos frívolos aprendices de filósofos o historiadores. Bien está que nues– tros trasnochados «librepensadores» decimonónicos, como Pi Margall y Salmerón, encontrasen sabiduría e ideas «geniales» en Las ruinas de Palmira; pero tú, tan joven, tan del siglo XX, tan enemiga de la retórica... Recapacita, niña rebelde. La Religión, y más aún el Cristianismo, aun– que sólo sea como rigurosa realidad histórica y humana, merecen muy serio respeto y atención». 511
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz