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las Internacionales masónicas, frente a las Internaciona– les bolcheviques. »Que venga el martirio, si Dios lo quiere. La lucha no nos arredra. La sangre no nos asusta: ¿ qué mayor gloria puede haber que la de volver a verterla por DIOS y por ESPAÑA?» Pocos sentirían tan bien todas estas cosas como Fer– nando Gordón Vázquez. Pero Fernando Gordón Vázquez, por esas ineludibles exigencias que a veces impone la vida, o la necesidad de ganarse decorosamente el sustento, tuvo que ausentarse de su querida Juventud terciaria. Precisa– mente cuando todo estaba en su mejor momento, frente al primer aniversario de «Avanzadilla». Todos sintieron mucho su marcha; y más que nadie el Padre Fidel, que se daba perfecta cuenta de la valía del muchacho. «Avanzadilla» le despidió así: «Con gran sentimiento tenernos que decir adiós al Secretario de los Jóvenes Terciarios, Fernando Gordón Vázquez. Por fin, ha encontrado dónde ejercer su carre– ra de Veterinaria, tan brillantemente lograda. De momen– to, no se aleja mucho de nosotros, pues va a trabajar en Valencia de Don Juan; pero aunque esté cerca, ya no puede ser como antes... »La partida de este querido hermano constituye para nosotros una casi irreparable pérdida. Espíritu empren– dedor y rectísimo, Gordón Vázquez ha desarrollado una labor única en nuestra Juventud y por este nuestro pe– riódico. »Era admirable su constancia y abnegación para el trabajo apostólico. Sin excusarse, corno hacen otros mu– chos, con la necesidad de estudiar - y estudiaba de lo lindo -, siempre estaba dispuesto. Comenzó la crónica de la Juventud, fue el autor principal de nuestro Regla– mento en su última y más laboriosa redacción, extendía avisos y recibos, cobraba cuotas... ; intervino varias veces con discursos en actos públicos, salía a vender este pe– riódico, llevaba últimamente la subdirección del mismo, despachando mucha correspondencia, confeccionando car– tas circulares de propaganda... »Por todo ello, bien podemos proclamarle benemérito entre los beneméritos. Dios será quien le premie cumpli– damente todo: nosotros sólo podemos agradecérselo. 506