BCCCAP00000000000000000000393

manteneros firmes hasta en las más ingratas tareas de apostolado». Del espíritu de «Azucena», ya casi veterana en aquel ministerio de enseñar a los pequeños y dar buen ejemplo a los grandes, participaban más o menos sus cinco compa– ñeras, dispersadas por los más alejados pueblos de la pro– vincia. La más jovencita de todas, Araceli, un verdadero en– canto de muchacha, con no sé qué de diáfano, de generoso, de primaveral flotando sobre su melenita castaña y su graciosa naricilla, llegó una oscura tarde a su escuela... Aquella noche se durmió con una tristeza horrible: se encontró de pronto tan huérfana y sola, tan alejada de to– do lo amable que había llenado su vida, que tuvo que ha– cer grandes esfuerzos para que su lloro no humedeciese demasiado la almohada. No, no podría resistir: al día si– guiente, con cualquier disculpa, o sin disculpa ninguna, cogería otra vez el coche de línea en el pueblo inmediato para volverse a León... Pero a la mañana siguiente, a través de los cristales empañados, pudo ver que se anunciaba un día muy her– moso, y se sintió extrañamente confortada; hasta le pa– recieron bastante bellos aquellos alrededores del pueblo que podía divisar desde su cuarto. Fue a misa. Había llevado su misal; pero no lo abrió una sola vez. Tenía demasiadas cosas que decir y que pensar allí, con el Señor... El rostro oculto entre sus finas manos, pasó todo el tiempo casi sin moverse, hasta el momento de la comunión. Las pocas personas que había en la iglesia la observaban con una rara curiosidad: ¿Podría ser de ve– ras piadosa, y humilde, y buena, aquella chica de ciudad tan bien vestida, tan guapa, tan bien plantada? Con el Señor en el pecho, después de comulgar, se so– lucionó todo... Al salir de la iglesia, Araceli ya veía claro su deber y su camino. Nada más desayunar y arreglarse un poco, se fue a la escuela: aún faltaba mucho para la hora de abrirla, pe– ro quería estar antes ella sola allí, para inspeccionar, pa– ra limpiar y arreglar, para... Sobre su silla de profesora, como a media pared, pendía un crucifijo bastante bueno, pero también más que bastante cubierto de polvo. Se de- 503

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz