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que está deshecho, y que interceda yo para que Dios le conceda vocación religiosa (esto mismo me ha dicho uno de por aquí, a quien le di también calabazas). Otra, del primer chico que anduvo conmigo cuando yo tenía trece años (imagínese qué camino de monja llevaba que ahora está en Madrid haciendo oposiciones a Y la tercera, de otro abogadito, de quien nunca ,,u,,µ,:u,c: yo que pudiera sentir tanto interés por esta mi persona. »¿ Cómo se explica usted todo esto? Desde luego, tiene gracia. Yo creo que debe de ser el pobre «Perico Botero», que anda tocando todos los resortes para torcerme de mi camino. Ya le digo que está perdiendo el tiempo, pero es tan pelmazo, que no se cansa de dar la lata... (La verdad es - y a usted se lo digo como en confesión - que todo este inusitado interés en torno mío no deja de halagar a mi vanidad femenina, que es enorme, y tengo que luchar mu– cho para desentenderme de vanas complacencias y seguir a Jesús en la más sencilla humildad). »A primeros de marzo regresaremos a León. Quiero hacer unos buenos Ejercicios antes de irme al noviciado. Y quiero, naturalmente, hablar mucho sobre todo lo mío con mi Padrín... A veces lloro, sólo de pensar en las per– sonas a quienes tendré que decir adiós: las quiero tantísi– mo... ¡Menos mal que mi Jesús es único, y me da fuerzas para todo! »Adiós, Padre, siento no poder mandarle algo de la buena temperatura de aquí. »Rezo todos los días por usted con muchísimo cariño Rosa María». IV Por aquellos días de la última decena de enero estaba muy contento el P. Fidel. ¡ Por fin era ya realidad uno de sus pequeños sueños más queridos! Ya tenía dentro de la Adoración Nocturna leonesa un buen turno de jóvenes terciarios, bautizado oficialmente por los dirigentes de la asociación con el nombre de «Turno San Francisco de Asís». 494

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