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quiere, detener y disciplinar las más fuertes apetencias, mientras que el animal, ciega, fatalmente, se deja llevar de sus instintos cuando está en presencia del objeto de ellos. ¿Será nunca capaz un perro hambriento de sentar– se ante la comida y no probarla? Pues un verdadero hom– bre, con más hambre que un perro, puede situarse ante la comida más tentadora, y por motivos más o menos elevados negarse rotundamente a comer... La fórmula que según el filósofo alemán Max Scheler define la esencia del hombre, es ésta: «El hombre es el ser vivo que puede adoptar una conducta ascética frente a la vida». Es el ser que sabe decir NO a las cosas que se ofrecen apetecibles... ,,Que todavía nos vengan ciertos tipos queriendo medir la hombría o la virilidad por la mayor semejanza que se muestre con la conducta de los animales, resulta intolera– blemente vergonzoso. "i Dios quiere freno y disciplina para nuestra carne pecadora! Dios quiere orden en todo. Y por eso, no puede ver que su criatura predilecta, el hombre, se detenga y complazca como en un fin, en aquello que sólo tiene ra– zón de medio o estímulo para conseguir algo más elevado. - Aclárenos más eso, que parece bastante abstruso. - A ello iba, amigo. Tened un poco de paciencia. »Dios ha puesto un placer o goce más o menos intenso en el ejercicio de todas aquellas funciones que son necesa– rias para la vida del individuo y de la especie. Para la vi– da del individuo son cosas necesarias, por ejemplo, el co– mer, beber, dormir..., y Dios ha puesto en eso un placer, una satisfacción. Para la vida de la especie humana es ne– cesaria la generación de nuevos individuos, y en el engen– drarlos Dios ha puesto también su placer. Al «placer» que puede hallarse eu tales actos corresponde en nuestra natu– raleza una «apetencia", más o menos fuerte, de los mis– mos, es decir, un instinto hacia ellos, una inclinación. En los planes de Dios, los antedichos placeres no tienen razón de fin, sino de medio, o si queréis, de estímulo para que el hombre obre, y se consiga así más seguramente el ver– dadero objetivo, que es, en un orden de operaciones, el desarrollo y conservación de los individuos, y la conserva– ción e incremento de la especie humana, en otro. Apetecer y buscar el placer por sí mismo, detenerse en él, sin aten– ción ninguna a su fin (y más aún, estorbándolo positiva- 488
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