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que podían la baja temperatura de la amplia sala sin ca– lefacción. El acto fue más breve que de costumbre. Al salir al de la portería en busca de la calle, quedaron asom– bradas de la cantidad de nieve que había caído mientras ellas estaban dentro. ¡ Qué manera de nevar! Hasta los grandes árboles desnudos del oscuro jardín se mostraban con sus ramas vestidas de blancura. En torno a los faroles y demás luces de la calle, veíanse caer, mansamente, pero en densísima profusión, los blandos copos de la nevada... - ¿Qué hacemos? - ¿Que qué hacemos? Pues salir, y de prisa. Cuanto más tardemos será peor. Apenas se veía una persona. Pasó un hombre hacia la Corredera: llevaba la gorra encasquetada hasta las orejas y bien subido el cuello del gabán. La primera chica que puso el pie en la calle se hun– dió en la nieve casi hasta el tobillo. Retrocedió dando al– gunos chillidos y haciendo no pocos aspavientos. (Reinaba entre todas el mejor humor..., pues en el fondo les diver– tía aquella pequeña aventura de salir hacia casa bajo la nevada y hundiéndose los pies entre la nieve). - Bueno, chicas - dijo una más decidida -, yo me voy. No vamos a estar aquí toda la noche. A abrigarse bien y a la calle. Por la acera adelante, de una en una, y arrimadas lo más posible a la pared, fueron alejándose todas. La mayor parte llegaron a casa con las orejas amora– tadas, los zapatos hechos una lástima y los pies húmedos; pero todas estaban alegres, pues su corazón era puro y su espíritu se templaba con la paz de Cristo. La nevada continuó hasta el mediodía siguiente. Vi– nieron después fuertes heladas, y la capa de nieve, com– pacta y dura, amenazaba con durar bastante más de lo acostumbrado. Según noticias de ia prensa, pequeñas ma– nadas de lobos empezaban a dejarse ver merodeando por las cercanías de los pueblos o entrando osadamente en ellos durante la noche, pues el hambre los apretaba. Se corrió incluso la noticia de que un gran lobo había llega– do hasta las primeras casas de la ciudad, procedente del monte de San Isidro, y que cierto labrador de Puente Cas– tro, pueblo inmediato a León por el Sureste, había mata- 484
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