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- ¡ Hombre l A propósito: no sé si estaréis informa– dos de que Juanjo y Antonio han recibido una cita- ción del para que se presenten ..,.....-",_ a decla- rar sobre otro domingo... (Lo del otro domingo era que vendiendo «Avanzadilla» aquellos dos por las aceras de Ordoño II, a la hora del paseo, varios paseantes, enemigos del periódico y de cuanto el periódico representaba, intentaron arrebatarles unos cuantos ejemplares para pisotearlos en el suelo; pero ellos se habían defendido bien a puñetazos, armándose una gresca, que terminó con la intervención de un guardia). - Pues no lo sabía. ¡A ver si les van a multar! ¿Cómo multar, si ellos no hicieron más que defon- derse? ¡Qué se yo! A veces se embrollan las cosas, y no sé cómo el guardia habrá presentado el caso en su informe. - Pues como les multen, iremos todos a protestar, y entre todos pagaremos la multa. Los tres amigos siguieron andando... - ¡ Hombre l Antes que se me olvide dijo Gordón Vázquez a Dato Gómez -, mi efusiva enhorabuena por el discurso que echaste en el salón el día primero de año. A mí me fue imposible asistir, y lo sentí de veras; pero he oído que estuviste muy bien. - Se hizo lo que se pudo. No sé cómo me saldría la cosa; lo único que sé es que me pasé grandes apuros has– ta el momento de empezar. - Pues ciertamente te salió muy bien - afirmó Ne– grete -. Sin adulación. Estuviste muy bien tú, y muy bien estuvieron, por las chicas, María de la Gracia y Celia... La verdad es que todo el acto resultó muy bien, y fue un excelente comienzo de año; un verdadero «acto de afir– mación juvenil católica y franciscana», como decían los anuncios. II En el día siguiente al de Reyes, cayó sobre la tierra leonesa una gran nevada. 482

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