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»No perdáis el tiempo en cavilar si el nuevo año se presenta radiante o sombrío, en preguntaros curiosa o angustiadamente qué es lo que va a suceder en estos doce meses que aún tenemos casi sin estrenar... Hay muchas incógnitas que no podéis despejar vosotros. Estas, por ejemplo: ¿Se desbordarán sobre Europa los nuevos bár– baros? ¿Seguirá manteniéndose España en su línea de ca– tolicismo militante? ¿Volverá la Iglesia a la vida de las catacumbas o conocerá el comienzo del gran día en que los pueblos, ya escarmentados y contritos, entren por los caminos que de todas partes llevan a Roma, a la Roma eterna de los Vicarios de Jesucristo? »Incógnitas, incógnitas, incógnitas... »Sólo tenernos dos certidumbres: la Iglesia no perece– rá, y, en este año, corno en todos los ya pasados, no suce– derá más que lo que Dios quiera o permita. ,,Pero, jóvenes católicos de España: estas dos certi– dumbres ¿os dejan plenamente satisfechos? A mí, no. A nosotros, no. A vosotros ¡tampoco ! »Pues ¿qué falta entonces? Falta algo, al parecer in– significante, y en realidad importantísimo. Falta ¡lo que hagamos nosotros! No sucederá sólo lo que Dios quiera o permita: en lo que suceda tendrá también su parte, y no pequeña, nuestro hacer o no hacer. La Historia la es– cribirnos también los hombres. Dios, que podía hacerlo todo por sí mismo, quiere servirse para casi todo de nosotros. »Por eso, dominando todas las incertidumbres que se ciernen sobre el nuevo año, debe afirmarse una gran cer– teza: TENEMOS QUE LUCHAR Y TRABAJAR. Luchar contra el mal en nosotros mismos y el mal en quienes nos rodean. Luchar con armas espirituales. Pero si llega el caso, también con las otras: nadie podrá probarnos que la violencia sea SIEMPRE ilícita. Debemos destruir la creencia tan común de que ser joven profundamente cris– tiano equivale a ser un «beato» y un «gallina». ¿Cuándo sa– bremos imponer la realidad de un catolicismo gallardo y varonil, ardoroso y combatiente? »Dios ya dijo hace veinte siglos lo que tenía que decir; ahora tenernos nosotros la palabra. »Corno el antiguo caballero, contemos «con Dios y nuestro brazo». Mucho mejor que esperar los acontecí- 480
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