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arrepentirme»... Papá se atrevió a decirme que si dejaba por ahora esto del convento me llevaría el próximo vera– no a Nueva York, Washington y Méjico, y al año que viene por la mayor parte de Africa. Esto pone los dientes largos a cualquiera, y más a mí, que me encanta via– jar; mas por encima de todo está ya el amor que debo a mi Jesús. »Por otra parte, me están ocurriendo cosas muy di– vertidas. Yo no sé cómo alguna gente ha podido enterar– se de que «hemos roto» Alfonso y yo, y me están llovien– do declaraciones amorosas de algunos que desean ocupar su lugar. A todos voy diciendo que nones. De León, por ejemplo, me ha escrito G. A. hasta cuatro cartas, diciendo que ya no podía callar, que me quiere muchísimo desde hace tiempo, que tengo que ser su mujer, y muchas de esas otras bobadinas que usted puede imaginarse... Le he contestado que siento mucho no poder complacerle, pero que le quedaré sinceramente agradecida si me deja de una vez en paz. ¡ Para aceptarles a ellos iba a romper yo con Alfonso, después de tanto como le quería! »Mas por encima de todo está el amor a mi Jesús. ¿Cambiar ese amor por cualquier humano? ¡Ni hablar! Estaría loca. »Tengo muchas ganas de hablar con to como regresemos a León, iré a verle. usted. Tan pron- »Usted, Padre, ayúdeme a dar lo que está haciendo conmigo. chica tan feliz como yo. ¡Quiero almas, muchas almas, para Jesús! a Dios por todo creo que haya otra ser misionera y salvar "En El le quiere a usted muchísimo Rosa María». No eran sólo cartas agradables las que al P. Fidel llegaban. Inmediatamente después de la de Rosa Mari vi– no otra (la primera) de Carmen del Río: «Reverendo Padre: Ya sé que debí escribirle hace bas– tantes semanas, pero soy perezosísima para esto. ¿Verdad que lo comprende y lo perdona? ,,creo innecesario empezar diciéndole lo mucho que deseo que se encuentre bien, etc., etc.... Ya se lo supone que es así. Mas porque sé que le interesará, voy a con– tarle algo sobre mi personilla. 474

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