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paso por la tierra, si alguien le hubiese dicho a tiempo la verdad sobre la vida!,, Un doloroso silencio cayó sobre toda la reunión al concluir el P. Fidel su pequeña historia tan lastimosa. Varias de las jóvenes oyentes estaban haciendo mal di– simulados esfuerzos para contener unas lágrimas... Muy difícil iba a resultar ahora el encontrar las pa– labras justas y oportunas, que, aflojando con suavidad la tensión de los espíritus, acertaran a poner conveniente fin a aquel acto que ya se había prolongado lo bastante. - Hermanas mías: Levantad animosamente el co– razón. Yo estoy seguro de que no se repetirá en vosotras la triste historia de la joven viguesa. Dios os ama mucho, y está deseando ayudaros para que vuestro vivir no sea un fracaso ante El, sino un verdadero, aunque tal vez oculto, poema de belleza sobrenatural. Para vosotras aún es tiempo; podéis hacer no pocas cosas... Y lo que yo intento precisamente - y lo intento con el mayor y más alto afecto de mi alma -, es serviros de estímulo y guía en vuestra empresa. Trataré de ir mostrándoos ciertos horizontes, si no enteramente nuevos, sí algo más amplios y hermosos que los habituales; atenderé a señalaros las cimas que deben ser objeto de conquista para vuestro ar– dor juvenil, y veré de infundiros el espíritu necesario para llegar a ellas... Lo único que os pido, por ahora, es que correspondáis con una regularidad constante en asistir a las reuniones o actos que habremos de tener; y esto, aunque en ocasiones os falten por completo las ganas de venir, o el venir suponga no pequeño sacrificio. »Miremos hacia adelante, hermanas mías, con optimis– mo serenamente iluminado. Es muy bella, aunque difícil, la tarea para la cual se os convoca : la tarea de superva– lorizar cristianamente vuestra vida juvenil». Se arrodilló el P. Fidel, y todas le imitaron, rezando para terminar una nueva Avemaría (en la que se puso más claro fervor que en la del principio). Unos segundos después, el Padre iba despidiendo sonriente a todas aque– llas muchachas, que salían del recibidor con un cordial «¡Buenas noches!» en sus labios. Vientos de ala poderosa y tibia temperatura seguían soplando sobre León y su contorno : 37

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