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te a su mesa, se puso bien el manto, y con paso presuroso bajó a la portería. Las jóvenes terciarias le saludaron afectuosamente, be– sándole el cordón. Se sentaron todos, y se empezó a ha– blar... - Padre, ya creíamos que usted se había olvidado de lo que le dijimos el día de la Asamblea. - No sólo no lo tenía olvidado, sino que he estado pensando constantemente sobre ello. Muy gustoso os hubiera dicho allí mismo que sí, porque me pedíais una cosa con la que yo soñaba desde hacía tiempo; pero me daba perfecta cuenta de las dificultades..., y aún no sa– bía cómo orillarlas. - ¿Qué dificultades? - exclamó María de la Gracia Si es por falta de local, de medios... no se apure. Nos– otras estamos dispuestas a todo, y nos arreglaremos co– mo sea. - No son dificultades de esa índole las que me han traído preocupado. Sé que todas las cosas en el Cristianis– mo tienen que empezar muy humildemente, y contando, poco más o menos, con los mismos recursos con que con– taba la Virgen Santísima en la gruta-establo de Belén. Quien para emprender alguna «obra de Dios», esté es– perando a tener de antemano todo el dinero y ayudas que necesita, puede dedicarse a aprender sánscrito por corres– pondencia. Tratándose de «construir para el Señor», sean edificios materiales, o espirituales organismos de caridad y apostolado, hay que decidirse a poner «la primera piedra» tan pronto como haya ocasión, aunque no se se– pa aún cuándo ni cómo podrá ponerse la segunda. Lo que importa es tener un gran capital de confianza en Dios y la seguridad de que la empresa que se intenta re– dundará en servicio suyo. Lo otro, lo material, irá viniendo según marque la hora el eternamente sereno reloj de la Di– vina Providencia, reloj que no suele marchar al mismo rit– mo que el nuestro, y por eso nosotros, con harta frecuen– cia, nos consumimos en esperas o agitaciones demasiado impacientes. No, no han sido principalmente las dificul– tades de tipo material las que me han traído preocupado estas semanas. - Pues, ¿qué otras dificultades puede haber? - Vosotras sabéis que yo estoy sujeto a Obediencia... 26