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II I Cinco minutos antes de la una de la noche, sobre la desnuda y sencillísima mesa de una celda daba su repi– queteo de alarma un reloj despertador. El Hermano le– go que allí dormía tuvo que incorporarse contra la pe– reza y el frío ... ; sin dar la luz ni abrir casi los ojos cogió algo de un rincón y se echó al claustro, dirigiéndose a la celda del P. Guardián. Llamó a la puerta, pidió la bendi– ción, e hizo funcionar inmediatamente la gran carraca por todos los largos claustros del convento... Sí, una carraca: esa pequeña máquina de hacer estrépito que funciona sin necesidad de electricidad o gasolina; esa estridente albo– rotadora, que los fieles católicos sólo oyen durante dos días al año, llamando o acompañando a los graves oficios de Semana Santa, pero que los religiosos capuchinos del Convento de San Francisco de León, tenían que oir to– das las noches, convocándoles para la oración coral, pre– cisamente en los momentos en que más grata resulta la cama, aun la dura cama de quien no hace profesión de delicadeza. Al P. Fidel de Peñacorada le costó no poco esfuerzo volver de su pesado dormir a la plena consciencia de la vigilia. El cansancio y el sueño tenían no pocas cuentas pendientes; y luego, ¡la casi glacial temperatura que espe– raba al otro lado de las mantas! La tentación de la pe– reza se presentó y muy razonable... ¡ Había tantos motivos para darse por excusado de acudir a rezar Mai– tines en el coro! Cuando al día siguiente se lo expusiera al P. Guardián, éste encontraría muy justificada su ausencia de aquel acto de comunidad... Pero contra la tentación de la comodidad dio pronto la Gracia un rayo de luz: su vida estaba consagrada a Dios, y el amor de Dios sólo puede mcrementarse con fuego de sacrificios... ; se había dormido soñando con hermosos apostolados juveniles, pues bien, aquel duro sacrificio de los Maitines a media noche invernal podía contribuir eficazmente a que sus sueños alcanzaran poco a poco si– quiera una realidad modesta... Las sugestiones de las Tinieblas y de la Luz fueron corno relámpagos; la lucha interior, muy breve; la de– cisón del P. Fidel, rápida. Antes de que se extinguieran 15

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