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67 En el Pontifical 1-.'.omano se haiian las hermosas ceremonias y oraciones d•e las diversas órdenes, pero son partiaularmentc conmovedoras la ordena– ción de presbíteros y la consagración de obispos. Allí se indirnn las condicio– nes que deben tener, las virtudes y ciencia que deben poseer y los oficios que deben cumplir. De: la dignidad saL'erdotal y episcopal nace ncces,uiamente el espíritu misionero en los nuevos cooperadores del Supremo l'viisionero envia– do por el Padre. Con occ.1sión de las témporas se debe instruir al pueblo cristiano para que ruegue, a fin de que Di< •s suscite muchas uouwiones sm:erdotalcs y m1sione– rns, dignos operarios d'e su viña, celosos continuadores de su obra redentora. Cldo hc1f¡iogr.:íf ico.--Al lado del ciclo cristológico se desarrolla también en el año eclesiástico el ciclo ha\:}iuHrúfico o de los santos, entre los c.uales ocupa el primer lugar la Reina de todus ellos, l\iiaría Inma,:ulada, t,1:adre de Dios y Madre nuestra. Las fiestas de !os santos y de la Vi19cn forman una parte intefjrante del ciclo cristollgico, porque d sacrificio cruento de los már- tires el incrnento de ks confesores y vírgenes es la santidad y la ¡nmola- ción los miembros d'd Cuerpo l\:Iístico. Celebrando la fí.>sta de muchos de estos hfa·oes de la. santidad podemos observar el espíritu misionero que les anirnaba, el celo que tenían ,por la salvación de las almas. La 1111:;a.--I'.a:' el cacrificio d•cl Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, ba¡o las especies de pan y vino, que ofrece el sacerdote a Di,is, en memoria y renov,1ción del sacrificio de la cruz. Es el sucrificio de la N u'eva Ley que sustituyó a todos los sacrificios dd Antiuuo Testamento. Es la oblación ins– tituida por Jesucristo en ];~ cual místicamente se sacrifica Él mismo y se ofre~ Ce corno víctima al Padre Eterno, t'.n reconocimiento d<::: su supremo dominio. Consta por !a definici{m del Concilio Tridentino que: es un verdadero sacri– ficio: Si ({!lis di:ccrit in lvlissa non of ferré Deo vcrnm et pr~1prium sacrificium, mit ({llOd oftcrri non sit aliud, q1wm Christum ad 111anducand11m dari, anathc– ma sil (36). Es un sacri fido latréutico, en cuanto se ofrece a Dios en r'eco– nGl:ímiento de su supremo do.minio; eucarístico, porque rinde las gracias de– bidas por los beneficios recibidos; prnpicíutorio, salisfactorio o expiatorio, porque obtiene la remisión de los pecados y satisfae'e las. penas por ellos me– recidas; finalmente, impetratorio, porque consigue las gracias que necesitamos por los méritos de Jesucrlsto. Es el culto máximo de la Iglesia, el sol de todas las devociones, el centro de toda la liturgia, el mystc:rium fidci por excelencia. La misa recuerda dos hechos tscnciales de la vida de Jesús: 1) La última Cena, porque en la consagración el sacerdote repite las palabras y acciones de Jesús en la noche del Ju·eves Santo; 2) La Cruz, donde Jesús murió crud– ficado, derramando su sangre por nuestra salvación. Es el mismo sacrificio y la misma víctima, con sola la difcrenciil" que en la misa se inmola de una manera incruenta, muchas v'eces y en muchos lugares. Se cumplen las palabras de l'vlalaquías: Desde el orto de/ sol hasta el ocaso es grande mi nombre en– tre las gentes y en todo lugar se ofrece zm sacrificio humeante y una oblación ['Ura, porque grande es mi nombre entre las gentes (37). En la santa misa no se deben limitar las intencion'es a la asamblea de los fieles: deben extenderse ('0111'. Trid., H('SH. :2:2, ean. l. :\I.1xs1, Collcct. ('oncil., tomo Jfolq., !, 11. p:'tg. 131.

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