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56 P. PÍO ))E MONDREGANES sean renovadas, santificadas y salvadas por la sangre de Jesús y poi:, la gracia santificante del Espíritu Santo (82). 4. ACCIÓN MISiONERA DEL ESPÍRITU Sl\NTO EN LOS :\HSIONER05 Y EN LOS J\HSIONADOS, Eí misionero 1·eµ/eto del Espíritu Santo.-- El misionero 'es un enviado de Dios par.a salvar las almas y edificar, extender y dilatar b Iglesia, el Cuerpo l\1ístico de Cristo. Para cumplir la misión divina con eficacia. debe vivir una Pentecostés perenne, ser iluminado, animado, vivificado. penetrado por el Es– píritu Santo. Repleto como los apóstoles del Espíritu de \1 erdad, del Espíritu del Amor, enriquecido con sus gracias, con sus dones, con las virtudes tc:olo– ~1ales y morales, adornado con la ciencia, \eclesiástica y b cultura profana con– veniente a su apostolado. El Espíritu Santo le enseñará toda verdad (83) y le sugerirá todo lo que' enseñó el Maestro (84). El Dulcis Hospcs aninwe, qu•c vive en el misionero bueno como en un templo animcdo, le iluminará, rogará con él con gemidos inenarrables; sed ipsc postulat' prn nobis gcmitibus i11enar- 1 abilibus (85). La inhabitación del Espíritu Santo en el alma del justo no puede ser i.n– activa. Los hijos de Dios sen llevados, dirigidos y movidos por el Espíritu de Dios (86). Nosotros somos d.::hiles, mas el Espíritu viene en socorro d•e nuestra flaqueza (87) y seremos corroborados por la acción del Espíritu (88); seremos asistidos por la virtud del Espíritu Santo (89). El efecto más carac– terístico del Espíritu Santo es la santidc1d. Y .así los fi'eles son santificados ... en el Espíritu de nuestro Dios (90). En virtud de esta santificación tenernos franca la entrada ambos, judíos y gentiles, en un mismo Espíritu al Pa– dre (91), y l<V oblación de los gentiles tes acepta a Dios, por estar santificada en el Espíritu Santo (92). El apostolado se ejerce bajo el influjo, la dirección del Espíritu Santo. (S:l) "Xun<'n SP sahrú ·· ,]peía Pl san'to cura dP Ars todo lo qne se purdP oht<>nPr IJOr los riobrPs IH'CadorP~ nwdiante la oraeiún." NuPstros misionPros, Pstos ar,]i¡,ntps 11rpcursorPs de la <'Onquista <'ristiana a tr·ay{•s dpl mundo, eifran ririnc-ivalmente PU la oraeiún y P!l la mortifi<'aeión d gran nwdio de sah·a<'i/m para los paganos. El eardP- 11al LavigPrÍ<\ filJPHas 11<\gado a .L\fri<:a, rr<:larna r<'ligiosas earnwlitns :r pserib(\: "'Lo <1ue falta aquí PS la orm·ión ''. Con este mismo objPto p] obispo <fo l'Pkin, monsPñor l!'aYicr, llamaba travens('S a la China, rreornendúndolPs c¡ue se abstuYiPran de todo n1inistcrio PXtPrior para dedi<>nl'HP pxelusivamPnte a la orac·ión :r a la pr-nitPn('ia, a fin de que fupse mús frcundo PI ministrrio de los misio1wros" (cf. M. M. AilAMI, Vii'e tu dda, p(tg. 2:íO, IlarePlona, rn:m). (8:JJ Ioc",NN., xn, 1:1. (84) !OANN., XIY, 26. (85), Rmn., VIII, 26. (86) Rom., VIII, 14. (87) Rom., YIII, 26. (88) Bph., III, rn. (89) Rom., XV, 1:l; XV, l!l. WO) I Oor., VI, 11. (91) Bph., II, 18. (92) Rom., XY, lü. IlovER, o. c., púg. 209.
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