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h<l>BLEMAS l\!1S!ONALES 55 Sar.to. El Sumo Pontífic•e, en una alocución a la Juventud Católica Italiana, el 2 de noviembre de 1941, describe el maraYillosu mund,:i de la gracia, que constituye la verdadera nobleza de:! cristiano, y exhorta a los jóvenes a con– servarla con la coop'eración personal; porque "el wan mLsterio de la obra de la r•cdención no SC>, actúa ni se cumple de un modo mecánico e irresponsable: Dios, al que ha llegado y~1 al uso de la razón y distingue el bien del mal. exig•c siempre el concurso y la cooperación voluntaria... Esta cooperación humana Dios la pide para su reino aquí en la t:erra, en todo el campo inm'enso de la Iglesia, como sociedad visible para la difusión y custodia de la fe, para [a conver,ión y salvación de las gentes" (78). En las Letras Encíclicas Mystici Corporis Chri'ili del 29 de junio de 1943 1 el Papa llama la atención sobre ese qnictismo falso. "No estú menos lejos de la verdad el peligroso error de los que de la arcana unión de todos nosotros con Cristo .procuran deducir un falso quietismo, con el cual toda la vida es– piritual de los cristianos y su progreso en la virtud se atribuyen únicamente a b acción d'd Espíritu Santo, excluyen y dejan de una parte nuestra debida cooperación. Ninguno, ciertc1mente, puede n'egar que el Espíritu Santo st'a la única fuente donde prom,ma en la Iglesia y en sus miembros toda fuerza so– brt'naturnl. .. Mas que los lwmb1•¿s rcrsevercn constantemente en las obras de santidad, que pro~Jresen con buen [mimo en la gracia y en la virtud, que no solamente tiendan esforzadamente a la veta d•e la perfecci(,n cristidE2, sino que inciten según las propias fuerzas también a los otros a const'guir la mis– ma perfección, todo esto el Espíritu Santo no lo quiere cumplir si los mismos hombres no coop'eran cada día con diligencia opcrosa (79). Para no caer en ese falso quietismo de que habla el Pontífice es\ nec•esario cooperar a la función misionera del Espíritu Santo. Son necesarias las trec:. espcci't's de cooperaciones de que habla el Papa Benedicto XV en J\/faxim11m illud, es decir, la cooperación personal, marc:h2.ndo al campo misional quien se sienta con vocación; orando constantemente por la propagación de la fe y dilaf-ación del reino de Dios, y ofreciendo 'el óbolo materin1 para el soste– nimiento de las Misiones (80). Es necesario orar, sufrir y trabajar para que el Espíritu Santo! suscite más vocaciones misioneras, porque la mies 'es mucha y los operarios son pocos (81). Rogar, sufrin y trabajar para qu'e se aumt'nte continuamente el clero indígena, tan necesario para establecer definitivamente la IH!esia donde no lo está to– davía. Orar y sufrir para que se conviertan las almas a la verdadera fe y salgan de las tinieblas d•el error, de la infidelidnd y de la herejía,t Los resortes que ponen en acción al Espíritu Santo son las oraciones humildes y constan– tes de los contemplativos; los• sacrificios de los penitentes; las fatigas y sudo– res de los misioneros. Clamemos sin cesar: Emitte Spiritum t1mm et creabun– Íltr, et renouabis f aciem terrae. Manda, Señor, vuestro Santo Espíritu a toda clase de gentes, en todos los lugares de la ti'erra, para que todas las gentes (78) Cf. A. A. S., 1941, vol. XXXIII, pág. 4H~. (79), Cf. A. A. S., 194:l, vol. XXXJIII, pág. 2:l4. (80) Cf. A. A. S., mm, vol. XI, págs. 451 y sigs. (81) Luc., X, 2.

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