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-48 P. PÍO DE MONDREGA,NES zados por el Espíritu Santo, después de p('cos días (30). Y así se verificó; porque empezaron a hablar corno en lenguas diferentes, según !:!l Espíritu Santo les movía a expresarse (31). Sus labios se habían convertido en instru– mentos del Espíritu Santo, como Jesús s'e lo había preanunciado: Non vos estis qui loquimini, sed Spiritus Patris vestri, qui loquitur in vobis (32). Jesús, para continuar su obra redentora hasta la consumación de los siglos y para todas las gentes sin distinción de razas, estableció su Iglesia única y universal; comunicó sus podc1'es, a los apóstoles y les impuso el precepto de evangelizar al mundo universo. Después de la resurrección del Maestro, los once se fueron a Galilea, al monte donde Jesús les había ordenado. Y acer– cándose Jesús, les habló diciendo: Nle fué dada todél potestad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y amaestrad a todas las gentes, bauliZéíndolas en el nom– bre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, cnseñdndole.~ a guardar todas ctrnntas cosas os ordené. Y sabed qu,e estoy con vosotros hasta la consuma– ción de los siglos (33). Establecido el reino, la sociednd, qu'e llamó Iglesia, comunicados los poderes a los apóstoles y sus s,ucesorcs, enviado el Espíritu Santificador y transformador a la naciente Iglesia, ésta empieza su marcha. Se desarrolla, crece y se perfecciona por el Espíritu Santo, que esi como el motor que da impulso y vida a todo ese nuevo organismo que; se llama Cuer~ po Místico de CrL~to. 2. EL ESPÍRITU SANTO VIVIFICANDO LA IGLESIA. Entre los teólogos modernos se trata ampliamente de la doctrina paulina sobre el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia, particularmente después de la preciosa Encíclica del Pontífice Pío XII Mystici Corporis del 29 de junio de 1943 (34). San Pablo comparó el Cuerpo Místico de Cristo al cuerpo humano; aho– ra bien, todo cuerpo humano necesita un principio uivif icador que dé vida, movimiento y acción al elemento inerte y materid. Ese motor invisible, ver– dadero, substancial y creado es el alma racional. espiritual e inmortal, que, creada a imagen y semejanza de Dios, en el primer momento de la existen– cia, la infunde en la materia para vivificarla y animarla, formando un solo compuesto humano. Analógicamente la mayoría de los teólogos defienden que el principio vivificador del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia cató– lica, apostólica, romana, es el Espíritu Santo. El Espíritu Santo se llama quasi-anima d'el Cuerpo l\liístico, porque no se puede decir con toda propied;:;d alma, en cuanto que no se une substancial– mente como el alma humana al cuerpo físico del hombre. Se llama así por una cierta analogía o semejanza a las funcion'es que el alma humana ejerce en el compuesto físico. El Espíritu Santo obra quasi formaliter en la Iglesia los (:l()) Act., I, 4. (:Jl) Act., II, 4. (:l'.l) i\IATTH., X, 2(1. (:l:n l\IATm., XXVII, lfl-'.20. (34) Cf. A.A.S., 1!l4:l, vol. XXXV, púg;;. Hl:l-248.

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