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PROBLEMAS MISIONALES 479 latitudes. La floreciente Iglesia americana, a fines del siglo XIX, había decaído de su antiguo esplendor. Por otra part'e, en algunas regiones existían amplísimas dispensas, notables divergencias en la disciplina y dificultades entre los obispos y misioneros. El sabio Pontífice León XIII comprendió las necesidades de la Iglesia americana, justificó sus aspiraciones y secundó sus des'eos. Era necesaria una legislación más en conformidad con las necesidades de los tiempos y las exigencias reli– giosas, civiles y sociales de los Nuevos Estados. Dadas las analogías existen– tes 'en las diversas ·regiones, la uniformidad de lengua, de raza, de religión y de cultura, convenía también la uniformidad en la legislación eclesiástica. Esta daría, sin duda, nuevo impulso y organización a aquella Iglesia decaída. Para coi:seguir estos fines juzgó León XIII que el medio más eficaz s'ería celebrar un Concilio plenario de todos los obispos de la América latina. Creyéndose en Roma que el lugar más indicado sería Lima, fué enviado como del'egado apostólico monseñor Pedrn Gasparri, profesor entonces de Derecho en el Instituto Cutólico de París. Pero los prelados americanos le fueron manifestando los deseos de que se celebras'e en Roma, centro de ia catolicidad, bajo las miradas y auspicios del Sumo Pontífice. León XIII ac– cedió con mucha satisfacción, y el día 25 de diciembre de 1898 publicaba las Letras Apostólicas Cum Diuturrmm, en las cuales dice que durante su ponti– ficado ha hecho cuanto ha podido para establecer y promover en aquellos pueblos el reino de Cristo. Añade que, como fin de las solemnidades que se vi'encn celebrando por el cuarto centenario del descubrimiento de América, había pensado que el modo de provter mejor a his cosas religiosas de la Amé– rica latina sería s•eunir a todos sus obispos para conseguir los fines deseados. "Siquidem conferentiis, consiliis sociandisque prudentiae fructibus, quos cuique vestrum usus rerum peperisset, apte per vos provisum iri intelligebamus, ut apud eas gent'es, quas idem aneto certe cognatum genus coniunctas teneret, unitas ecclesiasticae disciplinae salva consisteret, vigescerent digni catholica professione mores, atque concordibus bonorum studiis Ecclesia publice flo– reret" (8). El Papa nombró una Comisión para la pr'eparación del Concilio, de la que formaba parte el padre José Calasanz de Llevaneras, O. F. M. Cap. Este, conocedor de las necesidades de la Iglesia americana, consultor de varias Congregacion'es romanas, hombre de experiencia y de cultura jurídica, junta– mente con los demás miembros de la Comisión, elaboró un esquema o cues– tionario que envió a todos los prelados para su examen. El cardenal Di Pietro, prefecto de la Sagrada Congregación del Concilio, el 7 de enero de 1899 daba las normas para la más perfecta, y eficaz celebra– ción y determinaba como sede el Col'egio Pío Latino Americano de Roma, inaugurándose el día 28 de mayo, fiesta de la Santísima Trinidad (9). 3. La celebración del Concilio.--Todos los arzobispos y obispos presen– tes en Roma al día siguiente d-e la apertura, 29 de mayo de 1899, escribieron al Papa manifestándole su gratitud, su adhesión por haber convocado el Pri- (8) Cf..Acfo, et Decreta CJoncilii Plenarii Americae Latinae, tomo I, pág. XIV, Roma, 1900. (9), Ac:a, tomo I, púg, XV.

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