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PROBLE!-.U'\S MISIONALES 473 el oficio divino juntos, con admiración de todo el país (40). Contemporánea– mente se proponía enviar jóvenes al Colegio Urbano de Propaganda Fid'e, pero las dificultades del viaje y de los gastos se lo impidieron. Lo que obró en el país galla continuó también con el mismo fruto 'en el territorio de Scioa. Cuando fué expulsado, en 1879, de Etiopía sólo en Scioa tenía cinco sacerdotes indígenas con algunos clérigos y más de 50 estudiantes en varias casas de la Misión. Para dar una sólida formación a los indíg'2nas aspirantes al sacerdo:::io pensó fundar un 8olegio o Seminario en Jlviarsella. Aceptado su proyecto, en– vió allí, en dos veces, veinte jóvenes negros. Espera;ndo entrar en el referido Colegio, que estaba todavía en construcción, se establecieron provisionalm·en– te en un ala del convento capuchino de aquella ciudad, bajo la dirección de los padres capuchinos franceses. Lu•ego empezaron a estudiar los primeros elementos d'e la religión y ofrecían buenas esperanzas de adelanto en la cien– cia y en la virtud. Los progresos de estos jóvenes alegr2b,m al celoso pastor, que esperaba ver los futuros misioneros lanzados a la conquista del país. Pero este sueño dorado del Vicario Apostólico no se pudo realizar a causa de las enfermedad•es que iban debilitando o segando en flor a los candidatos. Así que los pocos que pudieron superar las congénitas enfermedades se vieron obligados a re¡:¡resar a la Misión. La formación del clero indígena en las Mision'es de Massaia tiene relieves pedagógicos -especiales. No pudiendo establecer un Seminario fijo en el Vi– cariato, frustradas las esperanzas que había ¡puesto •en el de Marsella, supo formnr un Seminario ambulante que le acompañaba donde se establecía. Des~ arrolló poT sí mismo una pedagogía eclesiástica extraordinaria. Con su ejem~ plo, con su doctrina y con sacrificios inm'ensos instruye, catequiza, prepara al sacerdocio selectos jóvenes del país, los cuales, emulando al maestro y pas– tor, muestran hnto celo por la propia santidad y por la salvación de las almas que a veces el prudente pedagogo ti'ene que frenar sus ímpetus apostólicos. Las exigrncias de la Misión le ob!igan a cambiar de lugar, pero los jóvenes Je siguen fielment•e como ,una sola familia; de este modo, el Mnssaia no sólo da y se prodiga en el min'sterio, sino que también, a su vez, recibe colaboración, pu'es le ayudan en el catecismo, en el culto, en los ministerios, Por otra parte, con ellos aprende los uso~. las costumbres, la psicología de las gentes que evangeliza y de los candidatos qu'e forma para el apostolado. A esta mutua fusión del maestro con los discípulos se debe, en parte, la fecundidad del apostolado entre los gallas. El clero es la piedra angular, el fundamento in– dispen~able para construir la Iglesia visible de Cristo, El Massaia, con :intui– ción genial. comprendió este problema misionero y supo ser arquitecto y pe– dagogo de la ciudad cristiana, única arca salutis. 4. Misionero santo.-Massaia llegó a adquirir gran prc&tigio y venera– ción, tanto en Africa como en Europa. Los grandes lo resp'etaban como a un santo: el terrible Teodoro le admira y termina por amarlo; el ras Ubié del Tigrai primero le arroja del país y después le protege contra Salama: ~l ras Ali le recibe con un ceremonial principesco circundado de su corte; Menelik (40) Cf. Lett. al C:ard. Pref. di Prop. Picle, 1 de noviembre de 1859, en Archivio di Prop. Pide, 8crift. rif. nei Congr. Ccntr., vol. VI, f. 3r.

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