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472 P. PÍO DE MONDREGANES 3. Constructor y pedagogo.-l\fassain no se contenta con predicar la fe y bautizar a los infieles, ti'ende también a fundar cristiandades estables, pro~ cura extender y plantar la Iglesia católica entre aquellos pueblos; porque la Iglesia es Madre de todos y no puede considerarse 'extranjera en ningún lugar. Es claro que para establecer la Iglesia es absolutamente necesarío el el-ero indígena. Por esto, apenas pone los pies en Africa, comprende la n'ecesidad de ocuparse de este importante problema. Y en este punto se a<l'elanta a las enseñanzas de Benedicto XV en la Encíclica Maxirmtm illud, y a Pio XI en la Encíclica Rerum Ecclesiae. El problema de aquellos tiempos y lugares era muy complejo, tanto, que el padre León des Avancheres, su generoso colaborador en la Misión, en este punto era diametralmente opuesto. En Guala escribió unos Recuerdos, y en Asandabo unas 1nstrucciones para los mision"eros, que contienen admirables enseñanzas misionológicas. En estos escritos se ve cómo uno de los puntos principales de su programa apostólico es formar el clero indígena. A este fin va recogiendo los jóvenes que consi– dera con cualidades para 'el sacerdocio, en la esperanza de poder fundar un Colegio o Seminario en la Misión o enviarlos a Europa. Ya en aquel año mismo compró dos jóvenes esclavos, los cuales llegaron a ser sacerdotes con el nombre de Aba Joann'es y Aba Paulas. La educación ele los jóvenes era considerada como la parte más noble de su ministerio. En las Instrucciones de Asandabo indi;:a los motivos de orden pastoral para 'establecer el clero indígena y señala el fin específico de la misionología; porque "el misionero nunca podrá decir que han fundado una iglesia si no ha formado buenos y celosos sacerdotes" (38). Este principio de teología misio– nera, desarrollado por los misionólogos modernos, fué ya enunciado clara– mente por J.\;Iassaia. En las mismas Instrucciones est;:;blece también las normas para la forma– ción espiritual y científica. Procuró llevar a la práctica, en la forma que pudo, los sanos principios que dejó escritos. En 1853, apenas un año que estaba en el Gudrú, ya comunicaba al cardenal prefecto de Propaganda Pide que t'enía un sacerdote indígena, padre Ajlu Miguel, monje convertido; un pequeño mo– nasterio con tres novicios y un aspirante, para los cual"t:s había compuesto una regla de vida, a fin de que el monaquismo en la región galla no fuese sólo de nombre, como en el resto de la Abisinia. El 25 de marzo d'e 1854 ordenaba sacerdote a otro joven, Juan Morka, que fué su futuro confesor, y de subdiácono a Rafael de Abisinia. Sucesivamente se fué aumentando el número de los aspirantes al sacerdocio. "Mis esperanzas --decía-están todas pu"estas en la creación de estos elementos, y cuando ten– ga un centenar esparcidos por el territorio moriré contento por haber con– tribuido a la salvación de las almas" (39). Al fin del año 1859 tenía sólo en Kefa nu'eve sacerdotes y clérigos in sacris con once estudiantes que cantaban (:lS) Cf. Ricordi di Guala e Istruzioni di Asandabo, en Arch. Gapp. Postulaz Gen. Roma, I-9, vol. I, f. 6 v. (39) Lett. al Gard. Pref. di Prop. Fidc, S de noviembre de l&'í5, en Archivio di Prop. Fide, Scritt. rif. nei Gongr. ,4-frica, etc., vol. Y, f. 3r.
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