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PROBLEMAS MISIONALES - 469 cribía a G. Lejean: "Yo tengo otras cosas que hacer y renuncio con gusto a la gloria de escritor y de sabio" (30). El repite que nunca se había podido d'edicar ex profeso a tales disciplinas, no siendo un viajante o explorador, sino un misionero de Cristo. En el Scioa ayuda, aconseja y asiste a viajeros y exploradores europeos e: informa a la Sociedad Geográfica Italiana, de la cual fué nombrado miem– bro, acerca de la posibilidad de una exp'edición en Etiopía protegida por Me– nelik. "Sin la ayuda, consejo y prestigio del Massaia---escribe Leopoldo Tra– versi--la expedición italiana hubiera regresado a la costa sin hacer nada" (31). La es,tación de Let Marefia, obtenida del rey, se la cedió a la Sociedad Geográfica. Esta espléndida localidad fué un centro de ciencia y civilización hasta el 1895. Las Memorias de Massaia, por la riqueza del material recogido y por la amplitud de sus horizontes, constituyen una obra maestra que difícilmente encuentra igual en la literatura de los exploradores, de los etnólogos y de los misioneros. "Obra poderosa-escribe Cesari-, inagotable de noticias, la más bella que existe, por agudeza de observación y por veracidad ele narración. Gran ventura para la fe y motivo de gratitud para la nación, si la actividad de este hombre singular pudo, en tal modo, s'er coronada con un legado tan precioso y permanecer como patrimonio científico de Italia" (32). Massaia, durante el tiempo que desempeñó el oficio de capellán del Hos– pital de San Mauricio de Turín, aprendió algo de medicina práctica que k sirvió mucho en la Misión. El misionero, para salvar las almRs, se sirvió rnm– bién de la curación de los cuerpos. Por aquel tiempo se extendió por la región la viruela, y l\,fassaia procuró la vacuna pr'eparándola de uno de los infes– tados, y comenzó a inocularla con tal eficacia, que de todas par,tes acudían al misionero para que los curase. Aprovechándose de esta circunstancia, bauti– zaba los niños que veía graves, vertiendo un poco de agua sobre la frente como que era complemento de la operación. No sólo la viruela, sino también las fiebres, la tenia, la sarna... , la sífilis y otras enfermedades muy difundidas por aquellas tierras procuró curar con remedios qu'e en s, 1 1 segundo viaje llevó de Europa. El apostolado de la caridad por medio de la medicina tomó pro-– porciones vastisimas en la región galla y del Scioa. "La herejía-- -escribe Mas– saia--, el cisma, las supersticion';c:s paganas, habían causado en aquellos pue– blos, con la pérdida de los principios religiosos, el concepto y el sentimiento de la virtud; el pudor y el respeto al honor y a la inocencia ajena, con la ci– vilización cristiana, todas las atenciones y eautelas qu'e el decoro personal y la higiene pública aconsejan" (33). Massaia observa, escruta, analiza, describe con una intuición v una sim– plicidad admirables. En sus Memorias y en sus Cartas prodiga noti~ias intere- (30) Cf. lLARGO DA i\III,A~O, o. c., llÚg. 50. (:ll) Cf. Ibíd. (32) Cf. C. CESAR!, Gli italfowi nella conoscenza dell'.fifrica, púg. 32. Roma, 19:l3. (3:l) Bserihe GozuNI: ''Ma il viaggio al IKaffa assnme ver noi un'altru importanz¡¡, e un altro significato: nwttc in piena luce la figura di G. Massaia esploratore trai i phi gmliali: tale d,P, se l'opera sna si fosse contennta nei termini di ció clt'egli lta dato alla seiPm.a IH!rr·orrPIHlo, s;tudiando, deserivendo l'Africa Orientale, narrandolll" la storin, riferPndone i costnmi, egli sarebbe giá uno dei piú grandi italiani del .su,, sreolo." rita. di G. Jfossafo, vol. I, púg. :fü:t FirPnze, 1043.

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