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PROBLEMAS MlSIONALES 465 enfermedades. Y de hecho gravemente enfermo, con muchas tribulacion\!s y peligros, el paciente vicario del país galla pasó por Matamma, Casala, Suakin, Suez, El Cairo y llegó a Jerusalén. Oelebrando con mucha dificultad la misa sobre el Monte Calvario, llegando al Agnus Dei, cayó desvanecido. Vuelto en sí, sintió no haber muerto en aquel lugar y en aquellos momentos (19). Dios l'e conservará todavía por unos años la vida, para ejemplo y enseñanza de la posteridad. 3. El anciano venerable y operoso.-E! heroico apóstol de Etiopía había suspirado por el martirio o, por lo menos, dejar sus restos mortales entre sus hijos engendrados a la fe. Pero Dios quiere ensalzar a su humilde si'ervo y ponerle sobre el candelero para que luzca con sus ejemplos y doctrina. Hasta el pres'ente su vida apostólica fué arnmpañada por el dolm, ahora le seguirán los honores no buscados, pero just<1mente merecidos. Su fama se había exten– dido por toda Europa. En todas partes le acogen con demostraciones de ve– neración y 'estima. En Filipópolis le levantan un arco de triunfo; ~n Nápoles le es muy difícil evitar una recepción oficial. El 8 de julio de 1880 desembarca en Marsella, y clandestinamente llega a Roma el 5 de septi'cmbre. Después de dos días le recibe en audiencia privada el anciano Pontífice León XIII. De esta audi•cncia escribe el mismo Massaia: "Al ver al Augusto Pontífice aco– germe con los grazos abiertos y con una dulce sonrisa en sus labios, me en– ternecí de tal modo que no pude decir una palabra y caí de rodillas para besarle los pies. Levantado con pat'ernal benevolencia e invitándome a sentar– me a su lado, hablamos largamente de mis peripecias, de las Misiones abar– donadas, de mis proyectos para lo futuro" (20). Los dos ancianos son dignos el uno del otro, se miran y se compred'en... Desciende después a orar ante la tumba del Príncipe de los Apóstoles, recita el Cur,mm consummavi e implora auxilio y bendición para sus hijos le– janos, y con los ojos ll'enos de lágrimas desahoga su corazón en estos senti– mientos: "Cursum consummavi, exclamé más con el corazón que con la boca. He cumplido la misión que me fué confiada por Dios y por vuestro sucesor. Dirigiéndome al Africa partí de este santo lugar con aquellos propósitos, con ague! celo, con aqu•ella firmeza de voluntad que V os, oh gran Apóstol, me inspirasteis; y cuanto he podido me he esforzado por permanecer fiel. La de– bilidad humana me habrá alguna vez hecho inconstante en el obrar el bien; mas la voluntad de cumplir con mi deber no me recuerdo haberla perdido nunca. Arrojado del campo de mi apostolado, donde esperaba morir, y vuelto y esta santa ciudad, vi'cjo, impotente e inepto para todo, vedme aquí postrado ante vuestros venerandos restos mortales. No os ruego por mí, porque conoz– co que mi vida está próxima a la muerte, mas os ruego por tantos hijos que regeneré para la Iglesia y qu'e por fuerza fui obligado a abandona-r; por mis compañeros de apostolado, que, rnús afortunados que yo, pueden volver a combatir las santas batallas de la fe; por el Africa oriental. en cuyo suelo con~ sumí con alegría y con grandes esperanzas de abundantes frutos treinta y cinco af.os de vida. L0¡ repito: soy ya inepto; pero, si queréis que estas pocas fuer~ (19) Cf. 'l'ERZORIO, o. c., p:Íg. 184. (20) Cf. MASSAIA, Jlemorie, tomo XII, pág. 145. 30

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