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462 P. PÍO DE MOKDREGANES 1:'2cibe cor, toda solemnidad y rodeado de oficialt:s. Teodoro, feroz y desde– ñoso, echa ima mirada a la Asamblea y se ditige al obispo Massaia: "¿De dónde vienes? ¿Adónde vas?" Massaia, con dignidad: ''Vengo del Gudrú y voy a Massaua". Entonces el emp'erador le presenta una cata y dice: "¿Co– noces esta escritura?'' "Sí, es la mía". Después la da a leer a un secreta– rio (11 ). "¿Luego tú eres obispo?" "Sí, soy obispo, pero no de vuestro país". "¿Y por qué, atravesando nu'estros dominios, no me habéis pedido permiso?" "Cuando entré en Abisinia vos no erais todavía emperador". "¿Luego viniste bajo el reinado del ras Alí?" "Precisamente, y tuve el honor de comer con Vuestrn Maj'estad". "¿Por qué desde que se inauguró mi reino no te has he– cho visible?" "Hallándome en el país galla me era muy difícil haceros una visita, pero tuve el honor de escribiros dos veces, la una por el intermediario Guar Juan; la segunda hac'e un año, cuando estabais en Borana. Me respon– disteis luego y graciosamente". Oyendo estas palabras, con la admiración de todos· k,¡s presentes, grjté): :"Hoy, por primera vez, un monjei ha vencido a Teodoro. Mi heraldo proclame en el campo esta mi declaración Y' todo el ejército bata las armas". Todos aplauden alegremente la inesperada respuesta del emperador, que quier'e retener a Massaia como consejero en la Corte, honrándole según su dignidad (12). Teodoro, después de haberle colmado de honores, con mucha dificultad le dejó partir de su reino. Cuando la caravana estaba ya lejos reciben una orden del emp'erador de regresar a su campo. Nuevos temores, nuevas fatigas ... Llegado a la presencia del terrible Nerón, le dice: "Perdóname si te he lla– mado de nuevo; deseo qu'e antes de partir de mi presencia me bendigas a mí y a todo el país". El obispo levanta su mano, da la bendición y, llorando, marcha definitivamente para Massaua. Durante el viaj¿, sufrió fuertes ataque3 de fiebre qu'e le extenuaron y le redujeron casi al extremo de la vida. A siete kilómetros de Archivo recibió la consolación de encontrarse con el padre Ga– briel de Rivalta, procurador de la Misión galla, y recibió las atenciones más afectuosas de los padres lazaristas De Massau~i despliega ,elas para Alejan– dría, a::ompañado de dos jóvenes clérigos que deja en Marsella, como las pri– micias del Seminario indígena que intenta fundar. Se dirige a Lyon para tratar graves as-untos con la Propagación de la Fe; áespués a París, para entregar las cartas de Teodoro a Napoleón III; se en– trevista con el ministro de Asuntos Exteriores, con notables personalidades eclesiá~ticas y civiles. Terminados los asuntos diplomáticos, se dirige a Roma, donde en los momentos libres compone la Gramática amarico-galla, cuyos ma– nuscritos había p'erdido en su destierro de Kafa. Massaia, devoto de la Virgen, concurre a las solemnísimas fiestas de Mar– sella celebradas con motivo de la coronación de Notre Dame de la Garc. Pasa al Piamonte, donde es acogido y V'enerado como el héroe legendario del Africa; se dirige de nuevo a Lyon y a París para visitar a la emperatriz Euge– nia, a fin de poder obtener del emperador la construcción de un hospicio para los peregrinos etíopes cerca d'e la iglesia francesa de Jerusalén. En la tipo- (11) Cf. TERZORIO, o. <'., págs. 151 y sigs. (12) Cf. G. MASSAIA, Memorie, tomo VII, ¡iúgs. 2S-2H.
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