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PROBLEMAS MISIONALES 459 hiera sucedido. Por fortuna que algunos minutos después la bestia prosiguió su camino" (9) . El 7 de marzo de 1850 llega a Massaua, pocos días después sale para Aden y te! 24 de junio se embarca para Europa. En este primer viaje de cuatro años ve de lejos por dos veces su amada Misión, pero no puede poneT sus píes en ella. Los sufrimientos, el hambr•e, las prisiones, las fieras, los enemipos, no le detienen; los caminos están bañados de sus sudor•es y de sus lágrimas. Acostado sobre una piel de león o sobre la desnuda tierra, bajo algún árbol, en el tukul o en la caverna, eleva sus fer– vientes plegarias a Dios para que le dé luz, fortaleza y constancia en tan ardua empresa. No obstant'e las contrariedades sufridas, está contento por las experiencias adquiridas, por el bien causado a aquellas gentes, por haber ;:munciado el Evangelio, por haber padecido por Cristo. En su viaje de regreso pasa por Su•ez, El Cairo, l\farseila, Livorno, Flo– ·rencia, Asís y Roma. Refiere a la Propaganda sobre su Misión y la de mon– señor De Jacobis; informa a Pío IX de la situación del Africa oriental, y re– cibe del Pontífice todas las facultad'es que sean necesarias para su Misión galla. Parte para Lyon, a fin de encomendar su empresa n la Propagación de la Fe; visita al presidente de la República, Luis Napoleón, y al presidente del Ministerio, general Lahite; pasa a Londres para entrevistar a la reina Victoria, a! ministro de la 1\/Iarina, lord Palmerston; al card-enaL Wiseman. En Roma le espera de nuevo el Papa, el cardenal Franzoni y el general de la Orden con propuestas Hsonjeras de otros mejor'es campos de acción que le habrían alejado de sus ideales misioneros. Vuelve a Marsella, hace ejercicios, implora la luz del cielo y resu•elve seguir el consejo de rn director, quien le dice resueltamente: Sall'a tu vocación de misionero y mnrclw inmediatamente. Dócil y obediente, parte sin dilación para su Misión africana, después de ha– h~r pas8do casi un año de actividad religiosa y diplomática en Europa. Se¡mndo 1 ·iaje apostólico (4-IV- 1851 IV-1864) .--Esta \TZ es necesario llegar a la Misión galla cueste lo que cueste. Para evitar las persecuciones del péTfido Salama escoge la vía d·el Nilo, aunque más larga y no exenta de otros peligros. El 4 de abril de 1851 deja Marsella y se dirige a Alejandría, obliga– do a detenerse en esta ciudad algún tiempo; aprovecha la ocasión para visitar los Santos Lugares y fortal•ecer su espíritu apostólico ante el Sepulcro de Cristo l'vlisionero. De riguroso incógnito, y con pasaporte francés, bajo el seudónimo de Jorge Bartorelli, se dirige a su destino, caminando por tierra desierta o navegando por ríos peligrosos. En su camino se deti'ene a visitar el monasterio de San Antonio, en la Tebaida, donde observa la decadencia moral del monaquismo copto. Si aquellos monjes hubieran sabido qu'e el señor Bartorelli era precisamente el Abuna Mesías contra •d cual el abad Daud ha– bía ido 0, predicar la cruzada en Abisinia, podéis suponer lo que hubiera suce– dido. Fraudul'entamente había sido conducido al monasterio el joven Miguel Angel, antes alumno de Propaganda. Uno de los fines de la visita al monas– terio era librar al joven prisionero de alma y cuzrpo de aquellos monjes. El cielo le presenta la ocasión. Uno de lo!' monjes, considerando al señor Bartorelli como buen médico, (!l) Cf. n. :M.\ss.1u, Jfrmorie, tomo I, 11:1g. 130.

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