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454 P. PÍO DE MONDREGANES y el urbanismo. Las frecu'entes guerras interiores y exteriores, las sediciones, las matanzas y los incendios acabaron por destrnir la antigua y rica cultura abisinia. Etiopía fuéc evangelizada en la primera mitad del siglo IV por los hermanos Edesio y Frumencio, llevados como esclavos a r\xum, capital entonces del reino. Frumencio fué consagrado obispo por San Atanasia. Hacia fin•es del siglo v llegaron, algunos monjes monofisitas de la Siria, fundaron monasterios,. propagaron la herejía y tradujeron la Biblia en lengua ge,:z, que se usa toda– vía en la liturgia. Parece que una Misión d•e dominicos pudo penetrar en Etiopía hacia fines tlel siglo xm. pero si resultados duraderos. Después de los descubrimientos por– tugueses, Etiopía intentó tener relaciones con Lisboa y con Roma. Bajo los pontificados de León X y de Clemente VII se 'realizaron tentativas de unión y de penetración misio11era, que obtuvieron buen resultado al principio del siglo XVII co:1 la conversión del Negus Socinios en Hi22. Por obra del padre Púez, jesuita, llamado apóstol d-e Etiopfo, fué nombrado patriarca Alfonso Méndez (1622), expulsado en 1636 por el Negus Facilidas. Desde, el año 1554 h:ista el 1640 56 hijos de San Ignacio fuernn ·enviados a la Misión ctiópiéa, de los cuales 20 murieron degollados o en cautiverio (1). La Congregación de Propaganda Fide, en 1636, determinó enviar a Etiopía c,puchinos y franciscanos. Los padres Agatúngdo de V endóme y Casiano ck Nantes, apenas p'enelraron en el teaitorio por vía del Egipto, fueron hechos prisioneros y, cargados de cadenas, conducidos a Gondar, donde el 7 de agos– to de 1638 fueron ahorcados con sus propios cordones. Otros dos capuchinos que desde Persia se dirigían a la Misión etiópica fuzron dego1lados durant•,~ d viaje (2). En 1637 fué nombrado prefecto apostólico el padre Virgoletta, quien logró llegar con el padre Pescopagano hasta Massaua, pero, enterado el rey Facili– das, los rc:mitió cautivos hasta Suakin. Los franciscanos multiplicaron las ten– tativas y los <'sfuerzos, pero sin resultado permanente. Entonces Propaganda, en 1788, consagró obispo al etiópico Jorge Egzia– beher, que había hecho sus estudios en RomiJ, pero en 1797 tuvo que huir a Egipto. Las Misiones se; reanudaron por obra del lazarista padre José Sapeto, que en 1838 se estableció en Adua. En e.l año siguiente, 1839, se 'e'rigió la Prefec– tura Apostólica de Abisinia, Alta Etiopía y regiones limítrofes, confiados a la Congregación de la Misión, donde trabajó con celo y ejemplaridad admirabl~ el B. Justino de Jacobis (1839-1860). El Papa Gregorio XVI, conmovido por las relaciones del explorador fran– cés señor D'Abbadie, mandó a Propaganda erigir dos Misiones: una en el Africa int•erna y otra en el país galla, con algunos reinos al Sur de Abisinia. La primera fué dada a los jesuítas, eligi'endo vicario apostólico al padre Ryllo, qu2 murió en las proximidades de Sennaar. Fué continuada después por Daniel Comboni y los hijos del Sagrado Corazón. (1) l'f. I,'nAX('ISCo J. i\fox'L\LIÜX, 8. J., Jlan1tal de lii8toria de las Jiisiones, pág. 2D4-2H3. I·'am¡,lona. rn:is. (2) (.'f. l'LEME:\'TE IH 'l'Enzomo, o. I<', :u. CAP., Le Jlis.,irmi dei :1Iinori f'a¡1p11c– cini. Sunto F!itorico, Yol. X, púgs. :2:l y sigs. Ilon1a, 19:is.
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