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34 P. PÍO DE MONDREG.l,NES Reino de Dios" (10). San Cipriano. '·No pued•e vrv1r fuera, no siendo más que una la Iglesia d~ Dios, y nadie puede salvarse a no ser en ella" (11). En el mismo sentido se podrían multiplicar los textos de San Eulgencio, San Agustin, San Gr•egorio Magno y de los- grandes escolásticos. Explicación teol6¡¡íca.---La pertenencia a la Iglesia no todos la explican del mismo modo. Unos dicen que es! necesaria la pertenencia al alma de la Iglesia con necesidad de medio. Es decir, que se debe pertenecer al alma de la Iglesia por la. fe, la gracia, los dones sobrenaturales. l'v'Iicntras es necesario sólo con la necesidad de precepto pC'rten\.'::::cr al ,uerpo de la Iglesia, esto es, consid2.rada como sociedad visible ordenada jerúrqLticamcntc con su culto, sus sacramentos, etc. Nos parece mejor 'explicar d axioma por el bautismo. Todos los teólogos est{m de acuerdo en que es necesario el bautismo para s,ilvarse y por el bau– tismo se entra o se pcrten\cce a la Iglesia. Ahora bien. s.c distinguen tres es– pedes de bautismo: sanguính,, fluminis et [lamínis. El bautismo de sangre, como el de los mártires inocentes; el de agua, qm~ s'c re::ibe vdicbmente por la administración del agua por el ministro; el ele deseo o en voto, el cual pue– de bastar cuando es imposibl\:: otro. La necesidad de pertene::er a la Iglesia, 2.nn al Cuerpo visible, puede ser tnmbién de medio, pero esta p·ertenencia no es necesario qne sea in r,c, hasta que sea in voto. Que realmente y de con1zón se desec. recibir el bautismo, perten•ecer a la lf¡'.csla y hacer todo lo necesario para b salvación. Ahora bien, todo hombre inriel que explícita o implícitamente desee bautizarse, per– tenecer a la Iglesia y hacer. lo n'ecesario pnra la salvación de su alma se or– dena a la Iglesia, por medio de la cual, aun inconscientemente, obtiene la justificación. Ha sido justificado por la Iglesia, pero no en la Iglesia visibh.~. Cristo, al instituir la Iglesia, quiso que esta institución tuviera la exclusiva en la economía de la salud. Du ahí que los infieles, justificados aparentement\.': fuera de la Iglesia, no lo son en realidad, ya que de ella recib'en la corriente de la, gracia que les vivifica. La acción invisible de Dios, que obra por medio de la Iglesia, que 'escapa a los ojos de los hombres, obra en ellos sin saberlo. Este deseo implícito e inconsciente y como escondido a los ojos de los hom– bres no se oculta a los ojos divinos, que escrutan los senos más recónditos del corazón humano. Otro modo de >cxplicar el axioma es la distinción entre medio ordinario o normal y medio extraordinario o extranormal. La Iglesia o Cuerpo Místico de Cristo es el medio ordinario normal por el cual los hombres pueden con– seguir la salvación eterna. Este es m•edio ordinario de la Providencia en la presente economía de la gracia. Pero hemos de pensar que existe también otra providencia extraordinaria, modos 'excepcionales de obrar que no siem– pre conocen los mortales y que no pueden catalogarse dentro de la norma común y universal. Luego la vía ordinaria de la sdlvación es la Iglesia; las vias extraordinarias son las que Dios quiera usar ten su divina bondad y pro– videncia. Predicar el Evangelio, fundar y extender la Iglesia por todo el mundo es (10) el .Z l'hila,lclphcnscs, :i,:t Eclit. Colombo, pág. ::fl!). (11) E¡iist., U2, n. 4. l\IL, 4, :J71.

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