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PROBLEMAS :\!IS!ONAL[S .¡..¡7 cum peregrinatur in terra ex omnibus g'entibus cives evocat, atgue omnibus linguis peregrinam colligit societatem" (32), El misionero no debe contentarse sólo con propaga~ la fe, anunciar í'] Evangelio y convertir las almas; debe procurar con todo 'empeño fundar la Iglesia jerárquicamente, a fin de que todas es:;s almas convertidas a Dios en– tren en la sociedad visible de la Iglesia, única arca <l'e salvación, y puedan gozar de todos los frutos de la rede!lción. Este es d fin próximo y cspecíf 1co de las l'viisiones: implantar la Iglesia en todas partes de un,¡ manera e;;tab/e y jerárquica, a fia de que a todos los hombres se les ofrezca el medio ordi– nario de salud instituido por Jesucristo. A esto exhortan las Encíclicas mi– sionales Maximum íllud, de Benedicto XV (1919), y Rernm E, e/esial.', de Pío XI (1926), y esto mismo ha inculcado repetidas veces el Pontífice Pío XII e insiste de nuevo en la Encíclica misionera Eua11t7clii Prnl.'cones, de 2 d·e junio de 1951: "Eo autcm, ut omnes norunt, hae sacrne cxpeditioncs primo loco spectant, ut christiana'e veritatis lumen ncvis gentibus luculentius dful– geat, utque novi habcantar christLmi. Ad illud tamen t>xfremam veluti metam, contendant necesse est--quod quidem semper ante mentís oculos tsse debet-– ut nempe Ecclesia ap11d alios pop11los firmiter cunstabiliafor, 1.'idl.'nu¡ue propria, ex indigcnis delecta, tribuafur Hil.'racchia" (33). f) Amor a Jesucristo.--Pablo manifiesta en la predicación y en los ~s– critos un amor ardiente y apasionado por Jesucri:;to. L" caridad dt: Cri~t<) ! e urge (34). "¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿Tribulación? ¡Angustia? ¿Per– secución? ¿Hambre? ¿Desnudez? ¿Peligro? ¿Espada?. .. Seguro estoy que ni mu2rte, ni vida, ni ángeles, ni principéldos, ni cosas presentes ni futuras, ni poderíos, ni altura, ni profundidad, ni otra alguna criatura será capaz de apar– tarnos del amor de Dios que está en Cristo Jesús, Señor N n'estro" (35). Pablo amaba de tal modo a Cristo que parecía transformado en Él, como indican las siguientes expresiones: "Para mí el vivir es Cristo, y d morir, 9,111:mcia (36); c0n Cristo estoy crucificado, pero vivo, no ya yo, sino que Cristo vivz en mí (37). A mí jamás me acaezca gloriarme en otra cosa sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucris– to, por la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo (38) De hoy más que nadie me importune, pues y,) llevo en mi cuerpo las marcas de Jesús" (39). Cristo vivía en él como principio, como regla y fin de todos los pens.1- mientos, deseo,¡, palabras y obras. El nombre de Jesús era para Pablo una delicia: miel en la boca, armonía en los oídos, júbilo en el corazón. Por t:sto en sus pocas y breves epístolas repite 219 veces el nombre de Jesús y 101 1J (:12) /)e f'irit. nci. lih. XIX. ('ll]l. 17. 111 .. XLI. \i!G. (:l:l) Cf. ,L A. N., 1!151, tomo -1:l, púg. G01. (:H) II ('or., Y, 14. (:l5) lto111., YIIT, :,0-:m. (:H,) l'hil., I, 21. (:l7) <Jal., II, rn. (:lS) (fal., YI, 1-1. (:tD) (Jal., YI, 17

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