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446 P. PÍO lJE :S,10;\;lJREGA;s;Es espíritu penetrante, era un psicólogo agudo y un dialéctico formidable. Ade– mas de los carismas divinos comunicados con profusión por el Espíritu Santo poseía también la cultura hebr•ea de su tiempo. Como digno ministro de Dios e idóneo dispensador de los misterios, podía presentarse con dignidad ante los sabios y poderosos, griegos y jndíos, en Atenns y en Roma. Argumentaba contra los errores, fustigaba los vicios, confundía a los filósofos, instruía a los ignorant'es, humillaba a los soberbios. Se mostó filósofo y teólogo, pedagogo y orador. Sabía humíllarse y padecer, pero también probar y defender su causa con verdad, valor y energía. e) Fundación de las Igícsias.--San Pablo no se Cl~ntenta con las conver– siones aisladas, procura fundar comunidades cristianas. Así vemos que surgen las Iglesias de Antioquía, konio, Listra, Derbe, Filipos, Tesalónica, Ber'?a, Atenas, Corinto, Efeso, Roma, etc. En sus expediciones apostólicas casi siempre v2. acompañado de algún dis– cípulo como Marcos, He~nabé, Lucas, Silas, etc Luego va ordenando presbí– teros y nombrando obispos, hebreos y gentiles, organízardo jerárquicamente las Iglesias para que tengan en sí mismas todas las cosas necesarias para la salud, según la nueva economía cristiana. No olvidaba o abandonaba las Co– munidades fundadas, las visitaba personalm'ente, cuando podía, o las enviaba cartas de caráct'er dogmático o moral, según las necesidades. Dirigió también rnrtas pastorales a los ejemplares obispos Tito y Timoteo para qu~ no deja– ran introducir errores o vicios y gobernaran con prudencia las Igh>:sias a ellos confiadas. Entre las tribulaciones que padeció cuenta también la ansiosa so– licitud de las I¡¡lesias (29). Además de los sacerdotes y obispos disponia también de cooperadores seglar'es, hombres y mujeres, que recordaba con frecuencia en sus cartas sa– ludándoles con afecto paterno. En el capítulo 16 de la epístola a los romanos hace varias recomendaciones y envía saludos nominalmente, y les exhorta a que se aparten de los que promueven disensione~. terminando con los saludo,, de los colaboradores que est{m con él (30). El llevó las colectas a los herma– nos. de Jerusalén, y a él se las llevaron también diversas veces, particularmen– te los filip•enses, por medio de Epafrodito, cuando estaba preso en Roma. Les dirigió una carta llena d'e agradecimiento y se la confió al mismo para que se la llevase. Es la carta de la aleuría y del cariüo. El pensamiento y el método de San Pablo es propagar la Iglesia 'en todos los lugares, sin excepci(m, con los elementos naturales que en cada uno en– cuentra, sin atender ni al orig'en ni a la raza. Basta que los elegidos e incor– porados en la jerarquía gocen de las cualidades necesarias. La Civitas terrena, dice San Agustín, es el campo de operaciones de la CiPitas Dei; los paganos so:1 materia de operación que la Iglesia no debe destruir, sino transformar. "Utitur enim (Eccl.) Gentibus ad materiam operationis sua'e, haereticis ad probationem doctrinae suae, schismaticis ad docume:.tum stabilitatis suae, iudaeis ad comparationem pulchritudinis s!1ae'' (31). "Haec caelestis civitas, (2D) TI ('or., Xf, :!S. (::o) Ro111., XYI. 1-24. (::J) ~ .• \ru., IJe rcr. rel., G, Jn .. XXXlY, 127.
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