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PROBLEMAS MISIONALES 439 so11t en méme temps jugées aV'ec une sévérité plus dédaigneuse et plus Lran– chante. Je n' ai pas eu le loisir d' écrire cette introduction et 1 j' ai préferé m' abs– tesir, pluttót que de bácler dix ou vingt pages indignes d'un par'eil sujet. J'es– pcre cependant qu'á travers les documents et les études que l'on trouvera ici, le lect'eur de honne foi pourra se rendre compte que la colonisation de l'Amé– rique par les Espagnols et les Portugais a été autre chose qu'une longue suite de massacres et de rapines" (55). El padre Enrique Pett'ers escribe: "No hay nación alguna, fuera de Es– paña y de su hermana en espíritu apostólico Portugal. que, como nación, haya entendido y practicado una vocación misionera: Francia, Italia y Austria, países en su mayoría católicos como España, dejaron a ia iniciativa privada el apostolado católico, y sus gobernantes no se creyeron llamados a ext'ender y defender el reino de Dios y de Jesucristo fuera de los límites de su nación ... 11. ningún rey Roma ha hablado como lo hizo Alejandro VI a los r'eyes de l~spaña y Portugal: "En nombre de la santa obediencia os obligamos a man– dar a los dichos continentes e islas hombres de piedad, de ciencia y de mu– cha experiencia, capaces d·e instruir a las genks de allí en le: fe católica y buenas costumbres". Ellos llamaron a las fila~, ele la nueva Cruzada a los obre– ros apostólicos, reclutando entre todas las Ord,2nes monásticas sus benemé- 1itos• frailes; ellos suministráronles r'egia y generosamente víveres y pertrechos; elle,, tomaron a su cargo el proveCI a las Ivlisiones de fuerzas vivas y mate– riales, haciendo honor a su nombre de Reyes Católicos. Su entusiasmo misio– nero cundió, naturalm·ente, por todas las capas de la nación, en donde floreció admirablemente el espíritu apostólico. Españoles y portugueses han sido los grandes propagandistas de la fe y de la cultura cristiasa en todas las partes de la tierra, y hubieran acabado por conquistar para Jesucristo no solam'ente el Nuevo Mundo, sino Asia, Africa y Australia, si los enemigos de Roma y España, ios protestantes holandeses e ingleses, no hubiesen sembrado la ci– zaña 'en los campos del Padre de Familias Hubo un tiempo en que el sol no se ponía en los domisios españoles-ni el sol del firmamento ni el 5ol de la fe cristiana-- . Casi todo lo que queda de pueblos católicos fuera de Europa se debe a la 'evangelizackn ibérica, y, cosa digna de observar, sólo esos pue– bles son libres e independientes, o están en vías de serlo. Verdad es que Es– paña y Portugal han perdido su:;, colonias; pero sólo después d'e haberlas in– corporado a la civilización y cultura cristianas, re,,lizando a la letra el pro– grama de sus Reyes Católicos: "No venimos para conquistarlos, sino para evangelizarlos" (56). A este largo pero hermoso t'estimonio pudiéramos añadir otros muchos, pero nos contentamos con lo dicho. Confirmación d'e esta verdad es la monumental obra Biblíothcca lt1issio– llum, de los padres R. Streit y J. Oindinger, que con paciencia y laboriosidad han recogido inmenso material misionero y misionológico del mundo hispano- (iíií) I,t11dc., et doc11111e11ts JJ<,111· l'histoire 111issw1111aire de /'BsJ)llf/llC et du l'oriu!fal, lJÚg. JI,, Lllntina, l!J:lO. (;j(j) 1 i11di<·<H'Í1i11 de J,Js¡1a1111 e11 Fili¡1i11as, <'11 Archiro A11:111sti11iano, julio dP 1n::1. V(•asP tamhih1 Hc111a11a de Jlisio11oloyía de 1/arrelona, 'torno I, púgs, G:l-G,'5, Ban•p– lonn, w::o.
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