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436 P. PÍO. DE MONDREG.'1.NES Los r•eyes, en sus cédulas, solían recomendar también el cuidado de los misioneros. Así Felipe II, heredero del espíritu misionero de sus padres y abuelos, escribía al virrey Toledo: "Los religiosos que han ido a aquellas pro– vincias, y están 'en ellas, que cuanto se tiene entendido y se ha visto por ex– periencia han sido de gran efecto para la conversión, instrucción y doctrina de los yndios y que su ministerio es muy necesario, es nuestra voluntad que senn muy faborecidos, y se !'es dé cuanto para su ministerio e conversión de 105 yndios en la doctrina sea necesario, todo favor y ayuda, y se les aga buen trntamiento e acogida, y vos terneis dellos particubr cuydado" (41). Los gobernadores con frecuencia informaban a los reyes y Consejo de Indias acerca del estado religioso y del número de misioneros que se reque– rían. Del mismo modo los superiores provincial•es comunicaban a los reyes o al Consejo los religiosos que habían de ir a las doctrinas (42). Las Ordenes tenían un comisario en Sevilla. el cual se cuidaba de los trámites necesarios para el 'envío de misioneros, informaba de las cualidades personales de los designados y, obtenida la licencia del Consejo, presentaba la lista de los apro– bados a la Casa de Contratación de Sevilla, a fin de que procurara el dineTo para todos los gastos necesarios para el viaj'c. Desde que el misionero salia de su convento hasta que llegaba a destinación todo cuanto gastaba y nece– sitaba corría a[ cuenta del Estado. Los misioneros iban a cuenta del rey y se– guían viviendo del R•eal Tesoro (43). No se permitía partir más que a los aprobados y nacionales; los extranjeros necesit¡;ban especial licencia para poder embarcar ( 44) . 2. Las reducciones y la educaci6n.-Colón, en su primer viaje, se •encon– tró con hombres paganos y salvajes que se maravilbban de su barba y se la tocaban para ver lo que •zra (45). Para civilizarlos y cristianizarlos era nece– sario formar pu'eblos, construir escuelas, edificar iglesias y hacer todo lo de– más necesario para reducirlos a una vida social y urbana. Esta fué la primera empresa de los misioneros: buscar por los montes y ríos .sus moradores racio– nales, atraerlos con regalos, curiosidades y por todos los m~dios honestos ... La misma reina Isabel, en su t'estamento, ordenaba que los misioneros llevaran instrumentos músicos para atra•erlos mejor. Una vez reducidos, los misioneros cuidaban de vestirlos, instruirlos, educarlos y cristianizarbs; les enseñaban también el modo de cultivar la tierra, artes y oficios, y cuanto era necesario para la vida social. Los misioneros vieron que lo mejor era empezar por los niños, y empeza- (·11.) Instruc('iones secretas de Fcli¡ie II al rirrey 'l'oledo, elúusnla ]:.l. Cf. P. C. B.ff – LE, J,Jspa1ía, en Indias, púg. 408. (-!2) Cf. (}RE:-.i'.TRFP, o. C., l}Úg-s. 2:~~1-~;~(l. (43) Cf. B\,LE, o. c., págs. 410 y sigs. Yéase el importante estudio ele L.{zARO .\spunz, O. Ji'. l\I. CAP., ;llagn-itucl del esfuerzo misionero de Rspa1ía. Iforia 1111a esta– dística de las J[i,~iones esJ)(llíolas en la c'poca imperial, en Jliss. ,llispan if'a, tomo III, 1D4ü, vúgs. HD-17:L (44) AP<'n·a de la pxelusión de los extranjeros, Pausas, ititer¡iretnd/m y prúctien. ]luede YN·se la importante obra del padre L,tZARO AsPuRz, O. Ji'. :u. CAP., La apor– trzcirín c,rtranjera a las :llisiones espmio/a8 del Patronato Regio, l\Iadrid, l!l4ü , (45) LAS CASAS, Historia de las Indias, I, púg. 2.\J3. C'olei'ci,ín de documentos in– éditos para la historia de Bs¡w1ia, ::'.Iadtid, 1842-1S!l5.
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