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428 P. PÍO DE ~l():~DREG:\r--;Es llevé· a Santé, Fe. Informada la reina, escribe que vaya lu¡:,go p'crsonalmente al campamento, para tratar de nuevo el asunto. Colon había concebido una empresa temeraria por su grandiosidad: por esto necesitaba d·e un alma de profunda fe y corazón generoso, y ésta la encortró en Isabel, que comprendió la importancia y trascendencia del asunto. Colón tenía n•ecesidad de una Isa– bel de Castilla, e Isabel era digna de un Colón. Los dos genios se encontraron. La ciencia de entonces no creyó en los plano,, d',~ Colón, pero creyó Isabel la Católica y la expedición se llevó a cabo. Finalmente, vencidas todas las dificultades, el 17 de abril de 1492 se fir– maron las capitulaciones por los r'cyes y Colon, y aquéllos dieron varias c(:– dulas reales para facilitar todos los preparativos de la audaz expedición. Re– CO\]idos los fondos y Teclutada la tripulación necesaria, se prepararon las tres célebres carabelas con unos 120 tripuhmtes. La mayor era Sania María, don– de iba el Almirante, que llevaba por maestre al dueño de ella, Juan de la Cosa; mandaba la Pinta el capitán Martín Alor,.so Pinzón, y capitaneaba la Niña Vicente Yáñez Pinzón, hermano del precedente. . El cronista Oviedo dice que¡ Colón, antes de levar anclas, estuvo con fray Jm,n Pfaez "comunicando su viaj'e e ordenando su alma e vida y apercibién– dose primeramente con Dios y poniendo como buen católico en sus manos y misericordia aquella empresa" \13). Es de suponer que los demús miembros de la tripulación hicieran lo mismo, pu'es durante la travesía del Atlántico dieron muestras de reli\liosidad y acostumbraban a cantar todas las tardes la S;ilve a la Virgen Nuestra Señora (14 l. La mañana del viernes 3 de agosto de 1492 zarpaban las tres legendarias naos d'el puerto de Palos con rnmbo occidental, bajo la protección de Santa María, estr·dla venturosa de los mares. El Almirante Colón fu¿ diligente en escribir en su Dfario los sucesos próspe– ros y adversos que ocurrieron durante la travesía. Después de setenta días de navegación penosa, y a v\.:ces peli\}rosa, el día 12 de octubre de 1-192 Ro– drigo Sánchez de Triana, marinero de la Pinta, con indescriptible gozo y ale– \}ría exclamó: "¡Tierra!". Era la isla de Guanahaní, primera del Nuevo ]\fondo descubierto, a la cual Colón dió el nombr'c de ;-i;:,¡¡ Salvador. El Almirante, saltando a tierra, toma posesión de ella en nombre de los augustos monarcas de Castilla, Don Fernando y Doña Isabel, bajo cuyo pabellón m1Ve(¡aba. Co– lón había vencido gracias a su constancia, a su valor y a su fe Jnquebrantablc. El arduo probl•ema estaba resuelto. Al\}unos autores dicen que con la tripula– ción se encontraba también un sacerdote secular, don Pedro de Arenas, quien celebró la primera misa en la5 Indias occidentales (15). Pero parece lo más probable qu'e en el primer viaje no fuern ningún sacerdote. Nunca se habla de él y no figura en las listas de pasajeros. De todos modos, bi2n é,e puede decir con el Pc1pa León XI!I que las tres naves fueron como el arca 1102lica qu•e llevaron la fo y la civilización al Nuevo Tvfondo. ··Quapropter, sicut arca Noetica exundantes supergressa fluctus, semen vehebat lsrneliticum cum re- <1:\) Cf.•\.. On-rEc;.1, O. F. :\I., l,rt Uúl1id11, Historia do1•11111e1ttal críti,·a. Tomo lI: R11or·ri colombina. J. La Uúl,ida. ('ol,ín !J dcsc11bri111icnto de A111friea (1-17ií-1:í00), pa– gina 10:), Ht1villa, 1B2fi. (14) ('f, ÜHTEGA, l. e., p:tg. 217. (Jfi) Cf. P. F1-rA, Bolctí1t de fo .l.cadcJJ1i<1 de la Historia, XY!lf, J~!JJ. ¡,úg~. fi31- fi3-1; It. STREII', Bibliotheca .llissio1111111, tomo II, púgs. 1-2.
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