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4~6 cel'ebrando este noble acto del rey de España, -:iue no es sólo victorioso, sino apostólico, ganando nuevas provincias a la fe cristiana". La asambh:a marchó después a través de Londres entonando un Te Dcum laudamus (6). II. Los REYES CATóucos, PROTECTORES DE CmsTÓBAL CoLóN. Sobre el origen del más célebre de los navegé,ntes, Cristóbal Colón, s'e ha escrito mucho y nada se sabe con certeza¡ (7 ¡; pero según la opinión más pro– bable nació de modesta y honrada familia •en la ciudad de Génova, hacia el añc, 1451. Desde su, juventud sintió gran afkión a las matemáticas y a la geo– grafía, y parece que llegó a conocer varias obras de antiguos escritores, entre c:llas la !mago mundi, de Pedro de Ailly; b Historia rerm,1, de Eneas Silvio Piccolomini (Pío II). y los viajes orientales del célebre Marco Polo. Hacia el año 1473 abandona su patria y navega a través del Mediterráneo. "Visltó Chío, Túnez, Portugal, Islandia e Inglaterra, y regresó a Lisboa en 1477. Entr'e los años 1478 y 1485 verificó también varios viajes a Madera y ,1 Guinea. Debido quizá al ambiente de explor:1ciones y descubrimientos de ía época, a sus conocimientos cosm(1gráficos y a sus relaciones con otros na– vegantes, concibió la idea de un nuevo camino pura las Indias ori'entales, pues, siendo redondo nuestro planeta, se podría hacer el giro y llegar a Levante por la via de Occidente. Por aquel ti'empo gobernaba Portugal Juan II, hom– brl': apasionado por las aventuras marítimas, y Coíón aprovechó la ocasión para manifestarle sus ide:as. El monarca, para examinar sus proyectos, nom– bró una Junta, que oyó con interés al genovés, pero al fin terminó por recha– zar sus planes. No por 'c:so se desanimó d valeroso navegante y determinó pasarse a Espafla con ánimo de presentarse a los reyes y obtener su pro– tección. Según la opinión más verosímil desembarcó en Palos de Moguer en com– pañía d'<? su hijo Diego, niño de ocho a diez años, hacia fines del 1484 o prin– cipios del siguiente. Se dirigió al convento franciscano de S,:mta María de la Rúbída, distante cerca de dos kilómetros de la ciudad, y pidió una iimosna para su hijito. Colón llamó la atención de los religiosos, y particularmente del padre guardián, fray Juan Pér'a, por su indumentaria y su idioma cxtranjero. Los frailes no sólo dieron con seráfica caridad pan y agua al pequeño Diego, sino que ofrec'.eron ho:;pitalidad cariñosa a los dos. En esta primera visita a la Rúbida parece que Colón se relacionó también con fray Antonio de March•2na, custodio de los franciscanos de Andalucía, hombre de profundos conocimientos cosmográficos (8). Informados de sus proyectos marítimos, le prometieron su apoyo y le recomendaron a los duques de l\Iedinaceii y Iviedina Sicionia para poder: llevar a cabo sus planes. Poco parece que consiguió d•e estos magnates. Firme en sus propósitos, determina presentarse a los Reyes Católicos. Con– fiando su hijo Diego a los franciscanos d<?. la Rábida se dirige a Córdoba, ((i) Lonn BAeo:-;, Jlc111·11 rII a11ot11rlo ¡1or J',·escott. Cf. \VALSII, o. r., púg. 420. (7) Cf. A. JlALLESTEIWS Y l\EHETT.\, Iristoria de Espa1ia, torno III, púgs. ()90 y SS-!. Ilarep]onn. 11)2:.!. (S) Cf. A. Lón:z, O. F. ;\f., Fr. ,Juan J'<'rc.~ 11 Fr. Antonio de JTrtreliena, ¡¡rotcc– forcs ,le ('risl<Íbal <'ol"í11 y de los J'i11.:ones, ¡1úg. 10, Rnntingo. 10:::.s.
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