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PROBLEMAS ~i:sro:--:ALFS .¡25 cont'enta con atender a todo, crear nuevas industrias para proporcionar ele– mentos de combate y dar órdenes a generales y emisarios. se aproximó a: cr,mpo de batalla y acabó por vivir al lado de los soldadc,s. Con delicado sen– timiento de humanidad procuró muchos m0dicos para asistir gratuitamente a los en fe1 mos y heridos, y erigió f¡Tand•es tiendas equipadas con camas y medi– cinas que despertaban gran admiración entre las tropas. Fué el primer hospi– tal militar que conoce la Historia. Las enfermeras de Isabel se anticiparon ,1 la, Cruz Roja en más de trscientos años (4). Conquistada V él'ez-l'vlúlaga, po,: consejo de la reina se sostiene el cerco difícil de Baza, y, parra animar las huestes, lle9a Isabel al campamento. Parn sostenerlo empeña su oro, su plata y sus él!haj-1,;. Viendo ios moros que los Rey,~s Cat(i!icos se disponían a d,,r d ·1s,1lb final a Granada con una preparación extraordinaria de fuC'.rza y de armamento, y que no podrían resistir al cerco por mucho tiernp,), Roabdil escud1ó los cla– mores del partido que pedia la paz y entabló n'eqoci,u:iones. Aceptadas las condiciones impuestas por los mon;,•rcas, fijaron el día 2 de enero de 1492 para la entrega de la ciudad. Boabdil, besando el brazo de femando. ]•_, diio: "Tuyos somos, rey invencible; esta ciudad y reino k entrer,amos. ,·,mfiados usarás con nosotros de clemencia y de t\?mplanza" (5). El rey entregó las !la– ves a Isabel, ésta al príncipe don Juan, quien las di(1 al conde de Tendi1la, nombrado gobernador de Granada. Las tropas vencedoras ent-raron en la ciu– dad y los estandartes cristianos ond•earon en la Alhambra. Caía el último ba– luarte de la raza musulmana que ocho siglos antes había invadido la Península Ibérica. El día 6 de enero, fiesta de la Epifanh, los soberanos entraron con toda solemnidad en la ciudad y se dirigieron a la mezquita principal, conv'?r– tida ya en iglesia por fray Fermmdo de Talavera, dieron gracias a Dios. oyeron la santa misa y luego fueron a la Alhambra y se sentaron e111 loi, sitia– les de 1os \?.mires. Era la primera vez que, despu(~s de setecientos setenta y seis años, los cristianos volvían a ejercer su autoridad en aquel lugar. Era el find de una epopeya heroica que el pueblo español sostuvo contra los secuac<>s de Mahoma 'en defensa de la fe cristiana y de la independencia patria. Toda Europa celebró con alegría la conquista de Granada. El rey Fer– nando comunicó la victoria al Papa Inocencia VIII, que recibió la notida el 1 de febrero. El Pontífice y los cardenales fueron en proc'esión desde rl Vaticano a la iglesia española de Santiago para ofrecer una misa en acción de gracias, al terminar la cual el Papa dió su bendición. El r'ey Enrique VII de Inglaterra, recibida la noticia, ordenó una solemne procesión él. la iglesia de San Pablo, de Londres. Allí el lord canciller habló de esta man'era: "Du– rante muchos años los cristianos no han ganado nuevas tierras ni paíse~; a los infieles, ni han logrado dilatar las fronterns del mundo cristiano. Pero la proe– za y devoción de los soberanos de España, Fernando e Isabel, lo han logrado, consiguiendo el inmortal honor de 'reconquistar el grande y rico reino de Gra– nada, y la populosa ciudad, de la ver9üenza de los moros ... , por lo que nos– otros, los aquí reunidos, y todos los cristianos, debemos dar gracias a Dios, (4) C'f. ,YAL,SH, o. c., pftg. ;J!,?,S, (5) <'f. .T. ::\LrnLIXA, Ilistoria ycneral de Es¡¡aiia, tomo ,·, lih. XXY, eap. XYIII, púg. 25a, ~Iadrid, 1846.

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