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PROBLEMAS MISIONALES 417 Para ser buenos cristianos no basta ser iluminados por las verdades de la fe católica, es necesario cumplir con los prc>ceptos y vivir en conformidad con la doctrina. La fe sin las obras no justifica. Los Pontífices desean que los convertidos sean •en realidad buenos cristianos. Nicolás IV escribe al hijo de Argún, ya bautizado: "Te rogamos y exhortamos para que tú, como hijo de hendición, con vigilante y continuo estudio atiendas a cumplir obras dignas de alabanza, y a cultivar las virtudes cristianas con las cuales se debe ganar el reino de los ci'dos. Con invicta paciencia hasta la muerte, y con amor de verdadera piedad, ten cuidado de conservar tu fe, para que claramente brille tu com:erskn y tu encon,iabh: vida cristiana, de modo que te impongas a la admiración de los otros, para que, inducidos por tu saludable ejemplo, se ex– citen eficazmente a abrazar la misma fe" (31). Los misioneros secundaban los d2seos de los Pontífices, predicando con claridad y sencillez las verdades de la fe y el cumplimiento de los deberes cristianos para formar católicos auténticos y perseverantes. La ¡:,redirnción 'era más eficaz viendo los infieles y herejes que los misio– neros confirmaban con sus ejemplos y austeridad de vida la doctrina que en– sefü;ban. Por esto también los Papas exhortaban a los operarios evangélicos a una vida santa e intache1ble. El modo, en general, era '2xpositivo y popular, exhortando a la conversión. El objeto o materia de la predicación no debe ser, en primer término, la penitencia, porqu'e estamos en terreno virgen y antes es necesario iluminar que moralizar. No se debe perder toda fatiga, como ha sucedido a veces, con peligro de exasperar los ánimos y exponer inútilmente la propia vida (32). Los mision'2ros medievales genernlmente se dirigían primero a los jefes y clases elevadas, pensando que, convertidas éstas, sería más fúcil convertir al pueblo. Los grandes, sea en el régimen, sea en la cultura, ejercen pod'2rosa influencia en las clases inferiores con el ejemplo, con •el apoyo y con los me– dios económicos. Iviontecorvino dirigía sus exhortaciones en primer término al Gran Khan (33), y ponía todos los medios a su alcance para. ganarle al catolicismo. Por este motivo colocó su s'egunda residencia muy cerca del Palacio Imperial, donde el mismo Khan "in camera sua potest audire nostras voces" (34). No pudo convertir a ningún Khan de la China, pero obtuvo la benevolen– cia y la amistad hacia los misioneros. Un episodio de la historia de estas Mision'2s fué la conversión del príncipe Jorge, nestoriano, que, verificó Montecorvino en el primer año que se estable– ció .:n Khanbaliq. Las conversiones que con es,e ejemplo se consiguieron to– maron tales propOTciones en el reino que, después de cuatro años, numerosos nestorianos se habían convertido al catolicismo. Desgraciadamente, después <l•e la muerte del príncipe, en 1298, sus hermanos, que eran nestorianos, im– pulsaron a los convertidos a la apostasía (35). (:;J) Bula E.mita!, <h·l :n de agosto de 1:.l.(Jl. SB.\IULE.\, Bull., rnl. l\', vúgR. ~Sl- 282. (~{2) 8Il10:XUT, O. C'., JlÚg. 4:J. (:{:l) 8i11ica. Franc., :l4G, 11. l. (:;4) JlJÍd., !i5:~, n. J. (:l:í) 1 IM., ::48, 11. 4. 27

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