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412 P. PÍO DE MONDREGANES Luego las acusacknes lanzadas contra la ignorancia e irnpreparac10n de los misioneros mendicantes de la Edad 1'/Iedia no s'c: pueden légicamente apli– car a todos indist'ntamente. Para un ju:cio objetivo y sereno es :1ecesario también tener presentes las exig'encins del momento. La necesidad del perso– nal. la fa:ta de organización de los estudios en el primitivo pcricdo de reclu– tam:ento, la urgencia y llamamien'o de los Pontífices, la 111\cntalidad de la {:po– ca, la falta de experiencia y otras causas que, por lo menos en parte, les hacen excusables. 3. Estudio de los idiomas /oca!•cs.-Es verdaderamente sorprendente cuán– to la S,mta Sede ba inculcado, en el pasado y en la actualidad, la necesidad de aprencier las lenguas indígenas para los misioneros (15). El misionero debe aprenc\-:r y hablar correctamente el idioma de la oente que e;u:ere evanr1elizar sin servirse de intérpretes. Es necesario que el pueblo h~ oiga y entienda en su propio idioma. Deb<! procurar llegar a dom'narlo con perfeccién y soltura. Cuanto mejor lo hable más con:entará a los :ndígenas y con mayor ascendiente moral se presentará ante el auditorio. No se debe oblinar a los indigenas a oue ap·•endan el idioma de los m'sioneros. Rogerio Bacon, en 1272, reprrnde a los dominicos y a ks hermrmos de la prop'a Orden de esta falta de adaptación. "Muderni omnes, praeter paucos, dcspiciunt has scientias •et gratis p2rsequt'ntur; et 1mwime trco 1 ogi ist¡ :10vi pueri c1uorum Ordinum, ut solatium suae imoerltbe habeant. H;,e vno scien– füie sunt istae: sciet1.b1 l'nguarum sapientialium a quibus tota Latino•um sa– pientia tF'nslata est, cuiusmcdi sunt graecum, hebrac:um, arabicum ~t rhal– daeum". En nuestro tiempo también se lia escrito con'ra los mis'oneros de la Edad l\.'Icdia que evc•n1eli;,-aron en el Orient'c. porque no sabían las )enrruas neccs;:uias esped;i 1 rnente el árabe. el persa y el U1rtarc,. A est'e propósito ,;;ce d padre Van de \Nvngae· t que esk lam'ento o reprensión se puede 0uizú hn– cer a ,1l0unos m'sbneros oue tuvieron que marchdr el,~ prisa por orden ele los Pon<;fices o de los superiores. p'cro no se r,ucde aplic:ir a todos :ndistinta– mente. T uan de :rviontcco,v·no se cuenta entre les primeros filólogos de aquella épor·a. Conocía las len¡}Uc,s coml'nes a todos los intdcctual\,s, y, adcmús, el armen·o, el rersa y la vir,(t·ica. Tr::dnin en knr·ua vu 1 r"'f el Sc1h,T 10. la misa y el Nuevo Testamento. Pasrual dP Vitori,1, anfrs de llegar a Alma:i¡:¡h, rlic•e él m·smo que nprencHó el idioma de aou,,J!a gl'nte. Entre los m'soneros de A]n,a1i 0 h hd,ía mu+os que conocían la l'.?n0u.1 vlgúrica. Q11c estab2n persua– didos de la nccesic12d d,~ las lengu;is lo m<'nifil'stc,n las ouejas de los obispos que, pnr q¡ edad avan-:acla. ya no rr'd;,111 aprenderla, v 1 a netición de los mi– sioneros de la Vicar'il Ac,uHonar ,,¡ m'n'stro rrenernl de~ b Orden para que les envia"a m'sion('ro." de "Anglicis, Hungaricis et Teutonicis praccipric qui /cuius lin'!uam scicnt" (16). /1;í) Cf. Sagrada Co11grpgaci/rn de Propaganda Filk, DPcr. lü <Wtnbre 1G23, en C'ollrrl., rnl. I, n. 7. T'Pr·r. ;í mayo 1774. ibíd., 11. ;íC4: PPc-r. 7 marzo l77S. iliíd, n. ;i27; lnRlr11ct. l'i•·s•1Pm 1S o,·tn 1 ,rr u;s:;, i/,í;/., rnl. II. n. l(iOG; !'n B11l/011e. púg. 1:;;1; IlPnPdi('tns XY. ('Tl Jfo,ri11111m illud, ::o ]l()\'Í<'tn])]'(' mm. Byllor¡c, p{1g. 122. Cf. I'. GnE– GOIU('S vo:,; BnED.\, O. l•'. JH. <'AP., Die .ll11ttrrs¡1rarhe, l\IiinstPr. 1n:1:1. (1C) ('f. Hnica Fr1u11', rnl. I, púµ;, CI. l'.iep RonAKZO: "I'alln R. RPrlP P pPr pssa del gPJH'l'.'.1lP rJc.ll'OrdinP giungp\·a J'indto a srpgliPI'P i missionari alle 'tPrre dPi pnga– ni e dPgli infodeli d"oriente, al/o :::elo impicgato d/llle comu11 i/11 stesse ve,· lo studio
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