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PROBLEMAS MISIONALES 395 pañeros y noventa y nueve tripulantes, el 13 de febrero de 1237 (33). Según Mandonnet, el año 1256 llegaban los miembros de la Orden a 7.000; al fin del siglo XIII, a 10.000, y en 1337, a 12.000. Esta estadística, por su sobriedad, es más recomendable que el cómputo del padre Martínez Vigil, el cual afirma que el año 1245 la Orden contaba ya 30.000 miembros (34). La actividad misionera s'e desarrollaba en Europa, Africa y Asia, entre cismáticos, herejes, mahometanos y paganos. Las provincias de Grecia y de Tierra Santa eran exclusivamente misioneras. En pocos años funduron nume– rosas casas en Palestina y Siria. El entusiasmo que t'enían por ir a Tierra Santa se revela por lo: que aconteció en el Capítulo general de París de 1230. Nos cuenta el historiador contemporáneo Gerardo de Frachet, O. P., que, durante una sesión del Capítulo, expuso el maestro Jordán la necesidad de enviar algunos religiosos a Tierra Santa. Entonces, "vix verbum implev'erat et ecce vix fuit aliquis in tanta multitudine, quin faceret statim veniam mm fletu et lacrimis petens mitti ad illam terram Salvatoris sanguine cons'ecratam. Frnter autem Petrus Remensis. tune prior pTovincialis in Francia hoc videns surrexit et facta venia cum aliis, locutus est magistro in hunc modum: bone magister, aut carissimos fratres istos mihi dimittatis, aut mittatis m'e cum eís, quae et ego paratus sum cum eis ire ad mortem" (35). A las Misiones de Marruecos y Túnez concurrían indistintamente m1s1onc– ros españoles, franceses e italianos; a las r'Cgiorn.>s nórdicas acudían polacos, alemanes, ingleses y suecos; en el Oriente trabajaban los miembros de las dos provincias misioneras de Grecia y Tierra Santa (36). El Papa Inocen– cio IV se dirige a los frailes dominicos que parten a las tierras de los sarra– cenos, de los paganos, de los ¡,¡riegos, de los búlgaros, de los cumanos ... , de los indios, de los tártaros, etc., tete., del mismo tenor que hemos visto para los menores (37). En el Capítulo general de 1256 Humberto de Román infor– ma de los frutos copiosos obtenidos por los misioneros que moraban entre los cumanos, los tártaros. los maronitas, los georuianos, los rutenos y los sarracenos (38) . Las dos Ord•enes misione'ras de domini.::os y franciscanos, bajo el mismo impulso de la caridad, se habían extcndldo por todo el mundo misionero. Las bulas misioneras, las facultades y los privilegios, los elogios y las alabanzas de los Pontífices, eran semejantes en las dos Ordenes. "La actividad misio– n'era de estas dos benemfaitas Ordenes--dice Soranzo--se desarrolló, general– mente, no sólo bajo los auspicios, sino también bajo directrices de la Santa Sede, a la cual ellas fueron siempre obsequiosas; naturalmente que la San– ta Sede, al dar las disposiciones, tenía presentes bs aptitudes y las preferen– cias de cada una; así, por ejemplo, desde el principio, en 1233, envió a los (:-l:l) :\L\x IJ1:rnI:rcm:n, Die Onlc11 mul Ko11f1rcu11tio11c111 dcr hatholischc Kirchc, púg. 1 18:5. Pac]prhor11, 1n:~~L (::4) <'f. .\xr;1cu-,s j\L1nu "\YALZ, O. P., Con1¡1c11di111!l llistrwiw Ordi11is l'ra:clica– turnm, vúgs. 2·1G, 248. Roma, lD:lO. (:t;'í) Cf. Jlonumenta Onlinis l'rreclicatorum. Yol. nnienrn, Gerar•lo de Fraehe– to, O. P., ritw Fraírum l'rxdicatorum, nccnon ('/mmirn Ordinis aba. 1:WS ail a. 125'1,, pág. 150. Lornina, lSDG. Glü) Cf. WALZ, o. c., púgs. lüü y sigs. (:l7) Cf. 801uxzo, o. c., púgs. 1G2, 274, 501. (:/8) Cf. 8on.1xzo, o. c., púg. IG:l.
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