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388 P. PÍO DE MONDREGANE~ En esto se Jistingue la Iglesia católica de b protestante; de este modo el Sumo Pontífice, representant'e de Jesucristo y sucesor de San Pedro, es el Jefe supremo que dirige y sostiene las Misiones extranjeras ... El Papa es el que ant'es de todos dehe tener cuidado de cumplir el mandato divino" (9). Es el primer misionero, que tiene el supremo derecho y sumo deber de propagar la fe y plantar la Iglesia en todo el mundo; es el gran agricultor que; debe cuidar y extender la viña del Señor. Por esto exhortaba San Bernardo al Papa ~Ju– gcnio III (1145-53): "Exi in aggrum Domini tui, exi, inquam, in mundum. A¡Jer enim 'est mun– dus, isque creditus tibi. Exi in illum, non tamquam dorninus, sed tamquam villicus, vidcrc et procurare uncle exigenclus es rationem. Exi, dixerim, quibus– dam tuae intentae sollicitudinis et sollicitae intentionis. N egue enim ipsi qui inssi sunt ire in orbem universum, orbem circumierunt praescntia corporis, sed mentis providentia. Et tu leva oculos quosdam considcrationis tuae, et vide region·es, si non sunt magis siccae ad ignem, quam albae ad messem ... Nonne si exis et cernis ista, pudebit otiosam iacere securim; pudebit sine causa fal– cem Apostolicam acc:episse?" (10). Por la historia de las Misiones nos consta que los Supremos Pastores no sólo apacentaron las oV'ejas del redil, sino que se esforzaron por atraer las que no pertenecían a él (11) y vagaban errantes por los caminos del error o permanecían en las tinieblas de la infidelidod. Esta pastoral solicitud de los Romanos Pontífices por cuidar y extend•er el rebaño del Buen Pastnr la con– firma d Papa de las l\1isiones. Pío XI, con estas palabras: "Inde a prioribus reparatae salutis aetatibus, eo praecipuas curas cogita– tionesque Romanorum Pontificum fuisse conversas, ut evangelica'e lucem doc– trinae christianaeque humanitatis beneficiis populis "in tenebris et in umbra mortis" sedentibus, nullis unquam difficultatibus impedimentísque deterretí, impertirznt. Neque enim ad aliud nata Ecclesia ~st, nisi ut, regno Christi ubi– que terrarum dilatando, universos homines salutaris redemptíonis participes efficiat" (12). Al tiempo de las Cruzadas, las atenciones de Europa y d•el Pontificado se volvieron a los países' de los musulmanes y de 1os tártaros, es decir, al Africa septentrional y al Asia. Las miradas de los Pontífices se extienden más ailá del horizonte dentro del cual se había desarrollado d apostolado en tiempos anteriores. Durante los siglos xm y XIV los Papas qu'e rigieron los destinos de la Iglesia se ocuparon de los problemas misione:os de la época, aunque no todos con la misma intensidad. Para comodidad de los lectores ponemos oquí la lista de los Sumos Pontífices que gobernaron la Igh:sia en este período peligroso y agitado. (D) Buntes doretc omncs gentes ... ~L\TT., XXVIII, 1H; <'f. ~C1BIIDLIN, Rom clnteil in Jiissionswerk, m Zeitsclirift fiir Jiissionsw, lDl:l, •tomo III, púg. D7. (10) De <'onsidcratione, lib. II, eav. VI, P. L, 182, 74D. (11) Bt alias ores habeo, qure non sunt CcV lwc orilc: et illas o¡wrtet me adducere, IOAci'='i., X, lG. (12) Cf. Rernm Bcdcshc, .L A. 8., 1!l20, tomo X'i'III, púg. G3.
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