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PHOBLE~IAS l\!ISJG~ALES 383 dad del árabe, quc hacía p( 0 sibh~ la predica-=ión del Evangelio en las naciones ocupadas entonces por la l'vic<lia Luna, Marruecos, Egipto, Siria, Asia Menor. Persia, Arabia, organizó los centros llamados Stmlia /iny1wn1111. Estos Cole– gios o Escuelas de lenguas se multiplicaron en la Orden, Los documentos contemporán'cos hablan de los siguientes: Año 1250. 1259. 1265. 1281. 1281. 129 l. 1333. Studium arabicum en Túnez. Studiurn arabicu1n en Bat celona. Studium arabicurn en Murcia. Studium arabicum en Valencia. Studium hebraicum en Barcelona. Studium ar:abicum-hebraicum en Játiva. Cátedra de- lenguas en Pera y Cafa (62). Es de observar que a veces se trata solamente de exhortaciones capitula– res y no se puede asegurar que si'empre fueran realizadas; pero, en todo caso, se manifesta el interés que la Orden tenía en la formación científica, apolo– gética y lingüística de los misioneros. Los Estudios General'cs y particulares en la Orden franciscana, desde el tiempo de Alejandro de Halés y de San Buenaventura, podemos decir que substancialm'entc tenían la misma organiza– ción que en la Orden dominicana. La preparación del misionero frandscano era, en sus lineas generales, igual a la del dominico. A vec'es se escogían para misione'ros profesorc:s de los Estudios Gennales y aun <le las Universidades, como Juan Marignolli, profesor de la Universidad de Bolonia, y Nicolás Bonet, de la de París (63). Pero en lo que se refiere'. a la necesidad de la lingüística para los misione– ros, bien conocidas son las exhortaciones del ,erudito filólogo Rogerio Bacon. que escribía, "2\d conversionem infidclium 'd schismaticorum manifesta est utilitas lingnarum. Pro conversione autem infidelium, multnm valet lingua ara– bica" (64). Continúa lamentando la igncmmda ele las lenguas y propone el método para aprenderlas /65). Añade que son muy n'ecesarias al misionero la G<'ografía, la )"\stronomía, las Matemáticas, las ciencias experimentales y la Filosofía (66 \. Raimundo Lulío, terciana franciscano, foé promotor de la cooperación mi– sionera y misionólogo de primer orden. Defi'ende la causa de las l'v'Iisiones ank los Papas, los príncipes, los magnates, los Concilios y los religiosos fran– ciscanos y dominicos. Con la aprobación de Juan XXI y el apoyo de Jaime I, hijo del rey de Arauém, fundó el Colegio o Seminario ci'e la S:mtísima Trinidad de Miramar, en la isla de rvlallorca, donde enseñaba el ánibe y su Ars lVJa:711a a trece frailes menores. Hizo un viaj'e a Italia para obtene'r del Papa Bono- ((;~) ('f. C. Lo?l<,III, La Jornwzionc intcllccttuale dci missionuri dal 11ecolo Xlll al seco/o _l1·111, ¡¡{,g. 20, Homn, 1,n:;:--:. (l;:{) "\. (;i¡m;n:imi.::,;, O. F. :\1., ½111· mittclaltcrlid1c11 J/issio11s11csd1ichte de Fru11- zi8l.1111er, ('ll ;;cils1111 ift fiir J!issio11swissc11schaft, tomo 1, l\lll, 0(i: ((l-1) Opera quaedr11n lrnctcnl!s incdita, vol. I, Opl!s Tertium, ed. ,T. S. nm,wim, XXTI, ;;;;, y XXY, SS, Lon<lr<'s, 1S0!J. (00) ()¡)l(s Jlaius, 111, 1~0, 121, e~, p¡]. llnrn,m,.;, Oxford, 1,000. (GH) Cf. Lo:,;¡;¡u, o. c., púg. ::7; Gor.ruoncu, o. c., tomo II, púgs. 404-411.

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