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 380 P. PÍO DE MONDREGANES desolados. Sin embargo, continúan los esfuerzos para conservar las l\1isione~. Gregario IX, en 1571, concede al franciscano Francisco de Puy, superior de la Vicaría Aquilonar, facultad para reclutar doe'e misioneros; y a Nicolás de Cremona, vicario de la Vicaría Rúsica, para escoger 30 de cualquier nacio– nalidad. Bonifacio IX, en 1392, autorizó a Rogerio de Inglaterra y Ambrosio de Sena para que llevasen consigo 24 misioneros, porque no había suficientes para asistir a los numerosos cristianos que allí moraban (46). Este nuevo esfuerzo produjo excelentes r'esultados, pero de poca duración, porque en los últimos años del siglo las hordas de Tamerlán lo devastaron todo. Perseveró sólo la Custodia de Crim'ea bajo la protección de los mer– caderes y colonos occidentales hasta la invasión d'e los turcos otomanos, que hizo desaparecer el cristianismo. Misiones en el Turkestán.--La historia de este país, llamado Imperio del Centro, cuya capital era Almaligh, es muy obscura. Fué una región de conti– nuas perturbaciom:~s1 políticas. Los primeros contactos cristianos con los jdes del país datan de la legación pontificia de Juan de Pian di Carpini a la corte de Karakorum (1254). Más tarde, en 1279, Nicolás III confió cartas para el rey Chaydo a Juan de Montecorvino, que se dirigía hacia Catay (47). Juan XXII, estableciendo el arzobispado pérsico de Sultanieh, incluyó también la región del Turkestán. En 1329 el Papa recibió una embajada de los domi– nicos enviados por el emperador Ilchikhatai1 manifestándole benevolencia con los mision•eros y pidiéndole que se dignara mandar más personal. Juan XXII erigió el obispado de Samarcanda y nombró obispo• a fray Tomás Mancasole, pero esta sede duró poco tiempo, porque fué incorporada a la de Sultanieh. Cuando el suc'esor de Montecorvino, fray Nicolás, atravesó el Turkestán para ir a la China fué muy bien recibido por el rey y el pueblo. Viendo las bue– nas disposiciones de la gent'e se detuvo allí por algún tiempo, consiguió recons– truir algunas iglesias y edificar otras nu'evas y nombró obispo de Almaligh a su compañero, Ricardo de Borgoña. Almaligh aparece como un lugar de des– canso para los misioneros que se dirigían a China; pues, como refiere el fran– ciscano Pascual de Vitoria, el camino era dificultoso y p'eligroso y solía durar nada menos que cincuenta días para atravesar el país. En 1338 el obispo de Almaligh, Ricardo de Borgoña, fray Pascual de Vitoria y otros misioneros franciscanos fueron víctimas del fanatismo musulmán (48). Dos años más tar– de Juan de Marignolli, dirigiéndose a China, pudo resarcir en parte las ruinas materiales y espirituales causadas por la ira sarracena, predicando, bautizan– do y construyendo la iglesia. Las últimas noticias que se tienen son del año 1362, época en que fooeron martirizados por los musulmanes los francis– canos Jaime de Florencia y Guillermo de Campania. T,mto el principio como d fin de esta Misión son muy obscuros. Misiones en Catay.--En el Orlando furioso, de Ariosto, la hermosa Angé– lica es una princen de Catay, nombre dado a la China por los autores de !a (46) Cf. L&IMEXS, o. c., p{1g. DO. (47) Cf. SIMOJ',7JT, o. c., púg. 112. (48) Cf. Uhronir-a XXIV Generalium, ed. A.nalccta Francisc., YO!. III, ¡i:1gs. :i:10- a:tJ, Quaracehi, 1897.
        
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