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374 P. PÍO DE !\10;\;DREGANES nnrncana, cuyos m1s1oneros prestaron grand•cs servicios a este fin. Las invcs~ tigaciones de Golubovich, Altaner, Loeenertz, prueban que dominicos y fran– ciscanos trabajaron con empeño en el problema de la unión. Eugenio IV e!l– vió algunos frailes menor'cs, entre ellos el Beato Tomás de Florencia, a Etio– pía. Sixto IV nombró presidt".nte de la Misión etiópica a Jerónimo Tornelli, observante, pero, antes que llegara, cierto príncipe de Etiopía había ya con– ducido d'e Jerusalén algunos frailes para predicar la verdadera fe en el país. Por el cambio de régimen adverso muy poco por aquel tiempo pudieran hacer (21). Palestina y Siria. -La provincia franciscana de Tierra Santa se fundó con– temporáneamente a las once primeras provincias en el Cr:pítulo general dL'. Santa l\laría a'e los Angeles el 14 de mayo de 1217. En las 1 antiguas memorias se llama con diversos nombres: Pr:wincia de Tierra Santa, de Siria, de Pro– mL,ión, Ultramarina, Antioq11ena, de Romanía o de Grecia. Esta múltiple de– nominación procede de la vastísima extensión que abrazaba todo '<:l Imperio de Constantinopla con la Grecia e islas, el Asia Menor, Siria, Palestina, Prin· cipado Antioqueno, Chipre, Egipto y todo el resto de Levante. Su prim'er ministro provincial fué el célebre fray Elías de Asís. Por la mdravillosa mul– tiplicación de frailes franciscanos y conventos en el Üri,~nte est'e vastisimo territorio se fué dividiendo en circunscripciones menores (22). El año 1233 Gregorio IX envió minoritas al sultán de: Damasco, exhortún– dol'e a recibir la fe cristiana. Suplicó a los superiores de b Orden mandar misioneros. concediéndoles copiosas indulgencias y privilegios en atención a las dificultades de esta Misión, en b cual muchos habían de perecer. Cn,mdo el ejérctio del &11ltán 1 del Egipto, 'en 1244, recuperó Jerusalén, que h,1bi,:n o:-u– pado los cruzados el año anterior, mató 5.000 cristianos y todos los frailes franciscanos que habitaban en la ciudad santa. Inocencio IV, en 12·15, envió cnmo legado pontificio en Siria a Dominfjo de Aragón, a quien sucedié1 el año siguient'e el célebre Lorenzo de Orte. El Papa en sus Letras le llama virnm .scicntia pwcditum, mornm honcstate, et in consiliis circumsp,ectmn y le concede amplias facultades, at eudlat et dis– sipct, aedificet et plantet. "Te mandamos-- dice -- , corno á'.1c¡el de paz, nucstrc legado transmarino en Armenia, Iconio, Turquín, G1•eda y Jkbilonia con plena autoridad sobre los cristianos, sobre los patriarcas griegos y sobre los jaco– bitas. maronitas y nestorianos" (23). Pedro Ferrarius fué designado por Eugenio IV comisario de los maronitas, drusos y sirios. El 1450 llegó al .Líbano el padre Grypho, 8póstol de los ma– ronitas (24). Jaime II de Aragón, insign'e protector de los c:ri3tianos de Oriente, pidió sin resultado al sultán Nasir (1322) un lugar en el Santo Sepulcro para los dominicos y cinco años més tarde para los franciscanos (25). El 1333 los frailes menores, por intervención de los reyes de Sicilia, pudieron cbtener d•el (21) Cf. lIOLZ.\PFEL, o. c., púg. 224. (22) ('f. f:OLU!lOVI(JH., o. c., tomo I, púgs. lOü, 15S. (23) Cf. CiOLU!lOVICII, o. c., tomo I, púg. 215. (24) Cf. LDtMK.'!S, o. c., púg. 26; HOLZ.\PFEL, o. c., ¡,úg. 1:-íS. (2;¡) Cf. LE~rnE:-;s, o. c., p{1gs. (il-02.

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