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PROBLEMAS MISIONALES 373 En Túnez y Argel trabajó con ardor y celo el infatigable 1ms1onero y mi– sionólogo Ra1mundo Lulio, terciario franciscano. Lapidado por los musulma– nes 'en Bugía murió navegando hacia Mallorca en 1315. En los últimos decenios del siglo XIII predicó con extraordinario éxito en Libia fray Conrado de Ascoli (-r 1289), del que se dice que convirtió más de 6.000 infieles (16). Egipto.-En el magno capítulo de la Porciúncula de 1219 San Francisco envió a sus hijos a predicar por todo el mundo. El mismo, con doC'e compa– ñeros, se dirigió a Siria y Egipto. Dejando diez en Chipre y Acre, con fray Iluminado prosigue su viaje hasta Damieta, donde estaban los cruzados. Con santa intrepidez consigue pasar al campo en·emigo y hablcir con el sultán l\Ie!ek-el-Kamel. a quien no logra convertir, pero obtiene de él licencia para sí y sus hijos de predicar librement'e el Evangelio y recorrer los Santos Lu– gares. Francisco, con mucho disgusto por no haber recibido el martirio que tan ardientemente deseaba, se vió obligado a regresa'f a Italia, pero diejó pues– tos los fundamentos de la provincia franciscana de Tierra Santa, de la cual dependía el Egipto (17). Más tarde, hacia 123.1, Grt:gurio IX envió una •em– bajada al mismo sultán que catorce ,1ños antes había recibido a San Francis.::o. Con ésta coincidió también otra de Federico II, entonces en buenas relaciones con la Iglesia. A esta dobl•e misión diplomática se deben las libertades •:once– didas a los cristianos y judíos de Egipto de poder cc,¡1struir iglesias y sinago– gas. ejercer libremente el culto, tener jueces' y maqistrados de la propia reli– gión. El t•enor de la bula Cae/ei,sNs a/titudo, del 15 de febrero de 1233, que Gregorio IX envió por medio de los franciscanos, supone que éstos estaban destinados a los cuidados de los cristianos y mercaderes residentes en Eqipto, especialment'e en el puerto de Alejandría (18). Sabemos por una carta de Jaime de Vitry de 1221 ·'que los hijos de San Francisco s;:: presentaban ante los sa•• rracenos con santa intrepidez y eran bien recibidos y les proveían con bene– volencia de las cosas necesarias a la vida" (19). Pero no siempre sucedió así, pc,que en el diecurso del tiempo la Orden tuvo allí muchos mártires, entre los q 1 1e merecen recordarse especialment'e Francisco de Espoleto (1288), Livino de Francia (1345). Nicolás de Monte– corvino y Francisco de Nápoles (1358). Bartolomé die Montepoliciano (1370) y Juan Eteo, español (1373). Como la conversión de los musulmanes era muy difícil, se ocupaban principalmente de los cristianos y de la unión de los cis– máticos con Roma (20). Cuando Montecorvino hizo su viaje pm la India hacia Pekín recibió algunos legados d•e Etiopb, suplicándole que ·enviara bue– nos predicadores para instruirles en la fe. l\Io:1tecorvino, desde Pekín, el año 1307, escribió al Sumo Pontífice rogándole que mandara misioneros a Abisinia. No sabemos •e] efecto de esta petición, pero es cierto que los Papas de la Edad Media se intnesaron siempre por la unión de los he•rejes y cis– m;,ticos con Roma, sirvifndose sobre todo de las Ordenes franciscana y do- (lü) Cf. IlüLZAPFEL, º· I'., ¡,,',g. 22:;. (17) Cf. Gorxnoncn, o. c., tomo T. p:'1,:s. 1-10·.t (18) Cf, Inín., o. "·• torno II. p:'lgs. 2fH\-2H7. (19) 8ESSEVALLE, o. C',, pág. 4!J0. (20) Cf. IlOLZAPFEL, o. C'., ¡iúg. 224.

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