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372 P. PÍO DE l\lO~DREGM,ES como los cinco protomártires de la Orden seráfica (7). Fray Elías envio a Ceuta a fray Daniel, ministro provincial de Ca!abria, con otros seis compa– ñeros que muri'eron por defender y propagar la fe contra los musulmanes el 10 de octubre de 1227 (8). Cuando llegaron a Ceuta encontraron ya un reiigioso dominico y otro franciscano. Parece que los menores ya tenían allí convento (9). Dominicos de España, de Francia y d•e Italia, sin distinción de provincias. se1 dirigían a las Misiones de Marruecos. Honorio III concedió a los misione– ros de ambas Ordenes amplísimas facultades para que pudieran eje-rcer mejor su ministerio. El 20 d'e febrero de 1226 el mismo Pontifice manda al arzobis– po de Toledo que envíe misioneros escogidos de las dos Ordenes y consagre obispos dos de ellos (1 O). Gregorio IX envía Letras comendaticias al sultán de Marru'ccos y le recomienda al obispo franciscano de Fez. La serie de obis– pos franciscanos continúa hasta el 1307; desde esta ft>cha hasta el 1380, son nombrados los dominicos (11). Como el padre Anasagasti, O. F. M., el año pasado tuvo una lección sobre el apostol2.do franciscano en Marruecos, no nos detenemos más'en \c:sta región ( 12), en la cual, según dicl' el P. H. Hol– zapfel, O. F. M.: 'Multum sanguinis ibídem pro fide est profusum" (13). Túnez.-En 1219 fray Gil con otros compañeros se dirigen a Túnez, don– de reinaba un príncipe,musulmán. Perseguidos por los mahometanos buscaron refugio entre los mercaderes cristianos; pero, temiendo éstos la persecución y la ruina del comercio por los tumultos que se levantaron, obligaron a los misioneros a regresar (14). En 1246 Inocencio IV 'ruega al bey de Túnez que trate bien a los franciscanos enviados poJ1 el obispo de fvlarruecos. Alejandro IV, en 1256-58, ordena al provincial de los dominicos de Espa– ña que envía misioneros a Túnez. En los pactos hechos entre el bey <l'e Túnez, Felipe III de Francia, Carlos de Anjou, rey de Nápoles, y Teobaldo de Na– varra se concede libertad de¡ construir iglesias y 'ejercer el culto cristiano. L'ls antiguas crónicas franciscanas hablan de la provincia de Berbería. y que más tarde se llamó Vicaría de Marruecos y de Túnez, que se 'extendía por la cos– ta septentrional de Africa (15). (7) Cf. L. \VADING, o. c., tomo I, pú¡;. :is9 ; Dmn::ncus DE GunER:'L\TIR, o. P. i\I., Orbis Seraphicus. De Jlissio11ilrns ínter infideles, tomo I, púgs. 535, Gü4, Roma, lGSU. (S) Fu. DE SEc:lSEVALLE, 1fistoire Génfrale de l'Ordre de Saint Franc;ois, 'tomo II, púg. 1:iU5, Le l'uy-en-Valey, rn:n. (9) Cf. G. Gournovrnn, O. F .i\I., Biblioteca bio-biblioorafira della Terra Santa e dell' Oriente Francescano, tomo II, pág. 549, Quaracchi, 1Ul3. (10) ('f. ANGELUS MARL\ \VALZ, O. P., Compendimn Historiae Ordinis Praedicato– rmn, púg. 175, Roma, rn:m; A. LórEz, O. l!'. i\I., Obispos en rlfrica Septentrional desde el siglo XIII, pág.. :i, Tím¡;Pr, 1941. (11) Para enterarse de los obispos fram·isC'anos, dominicos y de otras Ordenes en l\Iarruecos y otras regiones dPl AfriPa septentrional 1nwde Yerso la obra del padre A. LóPEZ, antes C'Ítada. (12) Cf. PEDRO rm ANASAG.\STI, O. F. i\I., Apostolado franl'israno en J[arruecos, en Jiisiones JiJ,,.franjeras, vol. II, n. Ci, julio-diciPmbre de Ul50, púgs. 41l-fül. (13), Cf. II. JIOLZAPFEI., O. P. :.\I., Jianuale IIisturiae Onlinis Pratrum Jfinorum, púg. 223, Friburgo Bris¡;oda. l()Oll. (14) Of. GOLUFOVICH, o. c., 'tomo I, púg. 105. (15) Cf. L. I,1-:1,rnENS, O. F. :\I., Gcschichte der J?ranziskanermissionen, púg. 13, :'.\IiinstPr in \V., rnw.

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