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P. PÍO DE l\!0:--:DREGANES ción del nu'evo: Papa. Elevado Visconti a la Sede de Pedro con el nombre de Gregario X (1271-1276), les envió al Gran Khan, acowpañados de dos domi– nicos, Nicolás de Nicosia y Guillermo de Trípoli. Pasando por Armenia, a causa del sultán de Egipto, que infestaba aquella región, se amedrentaron los dos religiosos y s'e volvieron atr{is; los dos her– manos Polo, que llevab;:m consigo al pequeño l\farco Polo, de quince :1ños, hijo de Nicolás Polo, prosiguieron su viaje y llegaron incólumes, por segun– da vez, a la corte d•e Kubilai, quien les recibió con grandes demostraciones de alegría. Allí desempeñaron diversos oficios y cargos públicos, hasta el año 1292. i'✓larco Polo, después que r<'gresó a V•enecia, tomó parte en la defensa de su patria, y, cayendo prisionero de los genoveses, escribió en las prisiones de Génova el famoso Milionc o Liurc' dPs mcrvei/lcs du monde, que contiene im– portantes datos sobre el reinado de Kubilai. Otras legaciones.-Hacia el 1274 Abaka Khan de Persia envio una rm– hajada a la corte romana, para hacer un pacto de amistad con los cristianos. Gregorio X (1271-1276), en marzo de 1275, respondió favorablement'e, pro– metiendo enviar luego sus delegados; per;i no pudo re,ilízarlo, porque murió en enero de 1276; como tampoco los tr'es sucesores, B. Inocencio V (1276). Adriano V (1276), Juan XII (1276-1277), porque duraron muy poco tiempo en el pontificado. Pero tomó con empeño el asunto Nicolás III (1277-1280), y en abril de 1278 respondió a la legación de Abaka y envió cinco frailes m'enores; Gcrardo de Prato, Ant_onio de Parma, Juan de Santa Agueda, Andrés de Florencia y Mateo de Arezzo, los cuales, cumplido su mandato en Persia, debían pasar a Catay. Les entrego dos cartas: una para Abaka, a quien exhortaba a la conversión a la fe cristiana y le suplicaba protegiera a los lega– do5 para que pudieran llegar a la corte del Gran Khan de China; y otra para este mismo emperador. Parece qu'e estos cinco franciscanos no pudieron llegar a la corte de Kubilai. A la muerte de Abaka, 1232, le sucedió Achmed. Contra este usurpador, a los dos años, se levantó una revolución, y subió el trono Argún, hijo d'C J\baka, el cual, aunque malo, era amigo de los cristianos. "Hasta cuatro embajadas- -dice el padre Montalbán----llegó a enviar Ar– gún a los Romanos Pontífices, a los reyes de Fr211cia e Inglaterra... Con tanta actividad y c•elo se tomaron estos asuntos que Nicolás IV (1288-1292) llegó a redactar dos mil escritos sobre asuntos de Tierra Santa y los mo– goies" (25). Legación de Juan de Montecorvino.--Llegamos a la legación más impor– tante y fructuosa de la Edad Media a la antigua Catay (China), que llevó a cabo el franciscano fray Juan de Montecorvino, primer obispo de Pekín y patriarca de todo •d Oriente. Pocas noticias tenemos sobre su infancia y ju– ventud. Las crónicas nos dicen que fué soldado, juez y doctor de Federico II, que en la Orden minorítica ejerció los cargos di.' lector, predicador de fama (2:i) F .. r. :\Io:-,;r.1L1L,:-,;, S. I., Jla1111al de historia de la, Jlisiones, púg. 240. Parn– J)loua, rn::s.

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