BCCCAP00000000000000000000392

356 que amenazaban invadir a toda Europa. Esta Cruzada no tuvo éxito, a causa de las disensiones entre los príncip'es cristianos, y paiticularment-e entre la Santa Sede y Federico II. El Sumo Pontífice moría en 1241, cuando la situación de Europa era ,,x– tremadamente peligrosa. Pero, afortunadaml?nte, en el mismo año ocurría ia muerte de Ogodai, por cuyo motivo Batu, general de las tropas operantes en Europa, cesó en sus conquistas para concurrir a la Gran Asamblea de Kara– korum, que s'e había de celebrar para elegir el sucesor del Gran Khan y de– fender sus derechos como primogénito de Giugi, hijo, a su vez, primogénito de Gengis Khan. Así, la muerte de Ogodai salvó providencialmente a Europa occidental de la desgraciada suert'e que tocara a Hungría. Polonia y otras naciones. El interregno de los tártaros se prolongó h;:ista el 1246, y el de Roma hasb 1243. Si bien los temibles enemigos tártaros, con la muerte d'el Gran Khan, se habían retirado, sin embargo, perm.:ifü~cían siempre amenaza– dores a las puertas de Europa, y se t'emían nuevas invasiones; era, pues, nece– sario prevenirse y buscar medios de defensa para evitar los terribles efectos que producirían. Elección de Inocencio IV.---El día 25 de junio de 1243 se eligió en Anagni. para suceder a G1·egorio IX, al cardenal Sinibaldo de San Lorenzo en Lu– cina, conde de Lavagna, de la poderosa familia genovesa de los Fieschi. y ocupó la Sede de San Pedro con el nombre de Inocencio IV (1243-1254¡. Era hombre de carácter firme y resuelto, como convenía en aquellas circunstan– cias por que atravesaba el Pontificado. Graves problemas internos y exter– nos s'e presentaban ante su vista. Dejando a un lado las dificultades con las naciones cristianas, y con los fanáticos musulmanes, volvamos nuestra aten– ción a los países paganos. El Papa se preocupaba y buscaba medios oportunos para impedir a la cristiandad nuevos ríos de lágrimas y de sangre. Una solu– ción se presenta a su mente: ¿No se podrá intentar la conversión de estos nue– \'OS bárbaros? ¿No será posible entenderse con ellos para destruir el :slamis– mo7 (l O). La Iglesia, inspirada por nobles y el'evados ideales religiosos y políticos,, había ganado y amansado, en siglos anteriores, a los pueblos bár– baros: Hodos, longobardos, francos, eslavos, etc. Esas hordas feroces se ha– bían convertido a la fe y reducido a una vida civilizada. Para conjurar el pe– ligro mogólico lo mejor será ~stablecer relaciones con los tártaros y procurar convertidos al crisfümismo. Así, Inocencio IV se determina a ponerse en con– tacto con los temibles enemigos para conocer sus costumbres, sus ;ntenciones políticas, y, como Vicario de Cristo, conquistarlos, a s'er posible, pacifica– mente para la Iglesia. A tal efecto, pensó enviar cartas y legaciones diplomá– ticas al Gran Khan de los tártaros. Legación de fray Lorenzo de Portugal.--Inocencio IV escribió una carta al rey de los tártaros, que empien: "Dei Patris immensa", el 5 de marzo de 1245, y se la confió al franciscano fray Lorenzo de Portugal, que era uno de los penitenciarios apostólicos. Acerca de 'esta embajada hay muy pocas (10) Cf. E. DE :;\IoRK\lº, S. J., Leg Jlissio11s mMifralcs, en DESC.\MPS, llistoire 01'11érale compar{e tles Jfissio11s, púg. 275. París, lü32.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz