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PROBLEMAS MISIONALES 23 de la Iglesia y se cristaliza mejor la acción compleja del m1s10nero. Si a todo católico es útil informarse de las actividades y frutos de la Madre Igl'esia, más aún al sacerdote y al misionero, que son los maestros del pueblo cristia-– no, los guías que muestran el camino de la salvación, la luz del mundo y la snl de la ti'erra. Ciencias auxiliares.-La Historia atestigua que en todos los pueblos existe alguna religión, verdadera o falsa. El sacerdote, y principalmente el misionero, debe tener conocimiento de las varias religiones para mostrar el camino de la única verdadera y conducir a los equivocados al camino de la verdad. Hoy se da mucha importancia a la historia comparnda de las religiones; por este motivo a la,, partes de la 1ilisionología antes mencionadas añadimos un capí– tuloi sobre las principales religion'es que existen en el mundo misional. Además, es necesario que el misionero conozca el estado de las gentes que debe evang•clizar, de sus condiciones religiosas, sociales, intelectuales y cultu– raks, etc., de todo lo cual se ocupa la Etnología. Terminamos con algunas nociones sobre esta ciencia, que ofrece excelent'es servicios a la Misionología. Con amplia visión hemos intentado presentar un compendio o síntesis de los conocimientos que se necesitan para ori'entarse en el estado actual de la ciencia misionera. En este marco se deben encuadrar y disponer metódica-– mente las diversas partes de la Misionología contemporánea. El programa es reducido, pero suficiente para ponerse al corri'ente de los problemas misio– neros. El seminarista o sacerdote que quiera ir más adelante en el estudio de esta nu'eva ciencia tiene el camino abierto y señalada la ruta para proceder con acierto y vislumbrar horizonte5 más amplios y lejanos. Los prelados no tendrían tanta dificultad para encontrar directores de revistas, de Obras Mi– sionales, propagandiEtas, colaboradores competentes de la causa misional si en los S·eminarios se estudiara como es debido este compendio! de b Misiono– logia, que contiene todo lo que hoy se cree necesario, útil y oportuno para el apostolado católico. Se podrá discutir sobre el objeto formal de la Misionología, si forma una ciencia ¡propia e independiente, sobre el modo de concebirla y enseñarla,\ de la conveniencia o superfluidad de algunas cuestiones; pero no cabe durar de las grandes ventajas que los sacerdotes y misioneros obtendrán l':n el ejerci– cio de su apostolado si previamente, durante los años de su formación, estu– dian las. partes del Manual, presentado. Con esto no se debe creer que h'emos Uegado a la perfección. Las ciencias y las artes necesitan su tiempo para formars'e. La Teología, la Filosofía y las demás ciencias han tenido sus pe– ríodos iniciales y de desarrollo, por lo menos en el método y en el modo de presentar sus objetos respectivos. Con mayor motivo admite perfección este movimi'ento misionológico moderno. Cada uno con su talento, con sus escri– tos y enseñanzas debe procurar contribuir a la ciencia sublime de la\ evange~ lización del mundo. El campo es vastísimo, algunas partes están todavía poco exploradas; el pueblo cristiano ignora mucho de lo que hacen los h•ermanos lejanos que abandonaron sus patrias para extender el imperio de Cristo, y, ¿por qué no decirlo?, ¡ lo desconocen también tantos sacerdotes de ambos cleros!

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