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PROBLE1\1AS M!Sl01'.l\LES 21 al alcance de todos, por lo que son pocos los cultivadores de cst'e campo. Sobre San Agustín son importantes los estudios del padre Gozalvo W al– ter, O. F. M. Cap. (12) y del padre Za.meza, S. J. 1 13). e) Son inseparables de la t'eología dogmática muchos de los problemas fundamentales sobre las :t'v1isiones, como la voluntad salvífica universal de Dios, la misión de Jesucristo, la institución y naturaleza de la Iglesia, la ne– cesidad de la fe, del bautismo, de la gracia, de pertenecer al cuerpo místico de Cristo, de entrar en el: arca de salvación, extra t¡uam nulla salus, para lle– gar a la solución única satisfactoria del problema de la salvación de los :nfie– lcs, que consist'e en plantar y extender la Iglesia en todo el mundo como me– dio ordinario establecido por Jesucristo para la salud del mundo y que. cons– tituye el fin especificu de las Misbnes. Los clásicos autores de Dogmática, aun los más extensos, no suel'en tratar explícitamente del problema misional. Hablan de la admirable propagación del cristianismo como argumento apolo– gético, pero generalmente pasan en silencio el inmenso trabajo misional de Ia Iglesia como soci'ecbd visible y necesaria per orbem teirarum di/atanda. Una excepción hemos _encontrado en la obra de Tanguerey (14), que nos ofrece un breve capítulo intitulado: De missionibus. lVIodernamente s 1 e han escrito monografías de teología misional acerca de las cuales no me detengo, porque con más difusión y competencia nos hablará el padre Zc,mcza. d) El trabajo misionero que se ha desarrollado a través de los tiempos, y con más intensidad en nuestro siglo, no es el resultado efímero del l'.ntu– siasmo suscitado por el solo deseo de comunica¡ el bien, aprovechún<loss: ,le circunstancia~ fortuitas y favorab1'es, sino '.JUei es el cumplimiento del precepto de Jesucristo impuesto a la Iglesia de propagarse por todo el mundo. Este deber gravísimo que desciende gradualmente desde las cmnbr'es hasta el últi– mo grado de la jerarquía y proporcionalmente llega hasta los simples fieles, 'es objeto de la lvforal misionera, desgraciadamente: poco estudiada aún. e) Justificando la necesidad y legitimidad de las Misiones católicas y de– mostrando su valor y ventajas se ponen, los fundamentos apologéticos en sen– tido propio. Estas 5on las cinco bases indispensables para construir la ciencia misionera; son cinco focos qut: irradian la luz para la comprensión de los pro– blemas misionales. Segunda partc.--Establecidos los fundamentos, se pasa a las normas se– gún las cuales debe ejecutarse el mandato divino. La Misionología jurídica puede considerar las leyes internas o canónicas que rigen la actividad misio– nera o las relaciones externas que tiene con las sociedades civiles en el des– envolvimiento del apostolado. Es menester que los misioneros conozcan cuáles son sus derechos, de qué poderes están revestidos y cómo deben proceder en muchas circunstancias difíciles del apostolado en país'es donde la Iglesia no está todavía constituida o se halla en un estado imperfecto. El clero que no abandonará el propio país católico no necesita conocimientos tan vastos (12) (¾. VíAI:mu, O. F. :\I. CAP., Die Ileidenmission nach der Lehre des hl. .;lugus– tinus. l\1üns1Pr in \Y., 1()21. (la) ,T. ZAM.EZA, S. J·., J,a eom·ersi6n del •mundo infiel en la concepción del "Totus Christus" de San Ag·ustín. Burgos, 19:m. (14) AD. '.l'A'.'sQUEREY, f:!ynopsis 1'hcologia.e lJogmaticae Fundamentalis, 24.ª cd.

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